Una vieja carta de Lasher, de esas que escribió recordando sus memorias. La he encontrado entre los viejos documentos que posee Rowan. Sí, he ido a verla. Sólo quería verla, pero he acabado curioseando todo lo que está en su biblioteca.
Lestat de Lioncourt
Disfruta del silencio que te envenena y
mi voz que pronto se propagará libremente. Escucha mi voz. Intento
seducirte dulcemente. Soy el monstruo que te espera en la oscuridad.
Estoy ahí cuando crees estar solo. Soy solícito, elocuente y hago
lo que deseas. No hace falta que frotes la lámpara. No. Sólo
llámame cantando mi nombre al viento. Invoca mi furia. Haz que la
lluvia arrase las calles, provocando las lágrimas de los ángeles y
los embravecidos vientos provenientes de sus alas. Seré el monstruo
que acaricie tu nuca y coloque en tu cuello la cadena. Esa esmeralda
es mi vínculo. Un trato. Es un trato, amor mío.
Bailaremos hasta el cansancio y algún
día brindaré por los recuerdo que tuvimos. Beberé hasta saciar mi
sed. Saborearé el sabor frutal de un vino joven, degustaré el sabor
a madera de un Rioja Gran Reserva y derramaré sobre tu lápida unas
gotas de whisky para que no olvides lo dura que puede ser la vida. Te
llevaré flores, pues arrastraré miles de pétalos en el aire hasta
postrar uno a uno a tus pies. Seguramente cantaré en tu entierro y
alabaré tu belleza.
Amor mío. Disfruta del silencio que te
ofrezco hoy, pues en unas horas la habitación se llenará de
gemidos. Deirdre. Tú eres mi Deirdre. Producto cruel de perfume
mortal. Llevaré tus pies por el paraíso, te mostraré hermosos
atardeceres que durarán para siempre y lo haré besando tus
mejillas. Sí, seremos una dualidad que no podrá dividirse. Amor
mío, vida mía, cariño... ¡Tú eres mi prisionera! Prisionera
entre mis brazos y la felicidad que te ofrezco. Todo es efímero
menos mi amor. Siempre te amaré. Siempre.
Quiero alzar tu delicado cuerpo entre
mis brazos, hacerte vibrar como a toda mujer y hacerte sentir
entregada al Diablo que pertenece a las paredes de este hogar.
Llámame, por favor. Dibuja en el aire, con tus delgados dedos, mi
nombre. Que esos fármacos que te inyectan y entumecen, casi anulando
tus sentidos, no sean la causa de un amor que se pierde. Tú, tan
hermosa. Con ese cabello negro enamorarías a cualquier hombre, sobre
todo por el aroma dulzón que corona tu cabeza. Me encantan tus
hombros pequeños y tu cuerpo delicado. Por favor, dile a tu alma que
no se muera. Deseo jugar contigo por siempre, como si fueras mi
muñeca.
El silencio nos domina, pero gritamos
bajo la fina cáscara que nos divide.
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