No puedo decir que te encontrara,
aunque me animo a pensar que ambos nos cruzamos en uno de esos
momentos indicados. Tú necesitabas a alguien urgentemente para dar
tu amor, y yo necesitaba a alguien que me ayudara a cruzar los
límites entre la noche y la humanidad. Me enseñaste que ser humano
no es ser un hombre mortal, sino tener el corazón y el arrojo
suficiente para amar sin límites. Permitiste que besara tu frente,
acariciara tu suave pelaje y te mirara a los ojos completamente
embelesado. Cuando era joven los animales me rodeaban. Me sentía
libre y parte de ellos. Mis mastines, mis caballos y los diversos
animales que se interponían en mi vida parecían decirme que yo era
el rey de la manada, un león digno de ser el señor de esas tierras
y de la bestias que siempre pedían mi valor. Y no, cuando digo
bestias no me refiero a los ciervos y conejos. Cuando digo bestias me
refiero a los pueblerinos que reían con la boca llena jactándose de
su poderío sobre los bueyes, caballos y diversos animales.
¿Qué puedo contarte? Amigo mío, hay
tantas cosas que ya sabes. Me conociste bien cuando te miré a los
ojos. Comprendiste cada partícula de mi alma. Te dejaste guiar por
algo más que mis aterradores colmillos. Has tenido una vida larga y
has conocido el amor. Puedo demostrarlo porque yo te he amado, la
mujer que te cuidaba lo hizo con tanta pasión como yo mismo y
tuviste tus parejas dando futuros hombres de cuatro patas como tú.
Ya lo dije muchas veces, Mojo, y es que
todos deberíamos ser perros. El ser humano debería ser perro. Si
naciéramos perros seríamos bondadosos y tendríamos la capacidad de
escuchar que ustedes tenéis. Una bondad infinita. Al ser humano le
falta bondad. A mí me falta bondad. Es algo que ya parece escasear.
Sin embargo, tú siempre mostrabas esa bondad en cada una de tus
acciones.
Te extraño, pero te veo en cada
descendiente que has tenido. Contemplo a los nuevos Mojo que corren
por las calles de esta ciudad. Puedo verlos tan valientes, bondadosos
y amables como tú. Me han lamido el rostro, abrazado al verme y,
juraría por todo lo que tengo y mi propia cordura, que me hablan de
ti cuando nos cruzamos. Amigo mío, he sufrido lo indecible por ti y
tú por mí. Ambos nos hemos amado desde que tuvimos la dicha de
conocernos.
Alguien te compró en una hermosa
tienda de mascotas, te puso un nombre que no era el que yo te di, te
vio crecer y te echó a la calle como si no valieras nada. Pero
tuviste la bondad, esa bondad implícita en vosotros los animales, de
confiar y amar de nuevo. Por eso mismo tú eres mi héroe. Tú eres
el verdadero héroe de mis aventuras menos conocidas. Me ayudaste a
cambiar, a recordar que era ser humano de verdad y por eso, así como
por tu amor, siempre te llevo conmigo y jamás podré olvidarte.
Te amo amigo mío.
Lestat de Lioncourt
-----
Dedicado al amor y el valor de rescatar animales que tiene Gabrielle, mi pareja... mi Rowan. Pero también a todos los Mojo del mundo que esperan ser adoptados, ya que alguien los tiró a la calle. En homenaje a Xena, que en paz descanse, y a los amigos que aún poseemos todos los administradores de las distintas páginas del Jardín Salvaje.
No hay comentarios:
Publicar un comentario