Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 10 de enero de 2015

Él

Armand hablando de Santino... Es extraño. 

Lestat de Lioncourt 



Si tengo que recordar la primera vez que le vi creo que empezaría a balbucear. El miedo me consumía. El corazón se llenaba de lágrimas y mis ojos de humo. Sentía como mis sentimientos se cristalizaban entre el dolor y el pánico. Tuve que aceptar mi condición de inmortal de una forma tortuosa. Él me enseñó que el sufrimiento no acaba con la vida mortal, sino que comienza con la inmortalidad. La inmoralidad de la vida que llevaba, al menos como él lo veía, me había convertido en un ser impuro ante los ojos de otros. Tenía que redimirme.

Aquellos cráneos, los que había bajo París, me recordaban a mí. Eran blancos, brillantes, vacíos de vida y carentes de futuro. Mis ropas raídas hablaban de sueños tan rotos como ellas. Mi dolor era intenso. La vida era intensa allí fuera, pero lo único que tenía eran recuerdos y sueños que se apolillaban en mi alma.

Santino me abandonó del mismo modo que me abandonó la esperanza. Sus ojos pardos seguían persiguiéndome allí donde iba. Tenía tanta fe, fuerza y sabiduría que a la vez me hacía tambalear hasta caer al suelo. Marius era la luz, él era la oscuridad. Esa oscuridad que siempre me acompañó. Creo que veía en mí lo que él no pudo ser. Nunca pudo escapar de su fe, del claustro y del dolor. Yo sigo teniendo fe, de algún modo, y cuando contemplo las llamas de las velas, consumiéndose lentamente, recuerdo sus palabras. Es como si pudiera escuchar cada precepto, cada salmo, cada frase cargada de fe y misticismo.


No tengo miedo. No tengo dolor. No lloro ni me lamentaré por la vida que he llevado. Sin embargo, me hubiese gustado impedir que él desapareciera, pues significa que parte de mi vida se fue con él. Se evaporó quedando el humo de aquella noche, los lamentos de otros que no serán jamás los míos y un frío eterno en mi corazón.

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt