Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 11 de enero de 2015

Desahogo en un papel

David nos habla de lo que ve... o mejor dicho... de lo que no puede dejar de ver. 

Lestat de Lioncourt


No recuerdo una vida de silencio y soledad. Ni siquiera ahora. En medio del bullicio cotidiano, de los momentos en los cuales te encierras contigo mismo, hay una mirada que con sordo sonido te está hablando. He visto tantos. He conocido millones. Las almas están aquí y pueden comunicarse. Algunas no saben que han muerto, otras caminan entre la desesperación y la locura.

Mis memorias deberían comenzar de forma distinta, pero ¿por qué empezar por la vida si puedes iniciarlo con la muerte? Este es sólo un pequeño fragmento a modo de desahogo. Quizás necesito conversar con alguien más que con otro como yo. No quiero profundizar en la mirada de un ser o un ente. No necesito en estos momentos evocar a viejos amigos o pedir favores. Sólo quiero contar lo que siento. Deseo hablar de ese escalofrío que recorre aún mi columna, de como mi vello se eriza y mis ojos se quedan clavados con cierta culpa en el alma del miserable que espera, desespera y anhela.

Muchos pierden esta facultad al ser vampiros; sin embargo, la mía se acrecentó. Me convertí en una paradoja. Y en estos momentos sé que jamás estaré solo. Nunca podré estar sin su especial compañía. Mis ojos oscuros se han convertido sin duda en un faro de luz y sombras. Unos ojos que no son los mismos que miraban el mundo desde un rostro anciano, al borde de la muerte, sino los de un hombre aparentemente joven que ronda los treinta años y busca aún un lugar al cual pertenecer. Jamás pertenecí a un sitio en concreto. Vagué durante años. Actualmente sigo haciéndolo. Intento ayudar a los míos, guardar celosamente secretos que aún nadie ha querido averiguar y sobrevivir al desastre.

Ser vampiro para mí fue un privilegio que no quería. La inmortalidad era algo impensable con un cuerpo anciano. Ni siquiera sabía si funcionaría debido a mi edad. No quería ser una carga. Temía. Sin embargo, lo codiciaba. Todos codiciamos sueños, pero son sueños. Si bien ocurrió un extraño intercambio. En un primer momento quise deshacer el truco en el cual me vi envuelto. Perdí mi cuerpo intentando recuperar el de Lestat, pero el joven no lo encontrábamos. Aaron, mi noble amigo, aún estaba vivo y movió cielo y tierra conmigo. Tuve que acostumbrarme a verme en el espejo. Ahora me acostumbro a los poderes que van aumentando.

Esta noche a penas acaba de comenzar. Hay un silencio mágico y roto por una terrible sonrisa infantil. Sólo tenía unos catorce años. Sus ojos vidriosos buscan aún la solución al enigma. Acaba de morir. Sus jóvenes brazos tiemblan, su pecho se mueve agitado, y no sabe como comunicarse conmigo. Es un caso más. Una víctima de la muerte. Un terrible accidente acaba de pasar a dos calles, las ambulancias comenzarán a sonar y yo tendré de evitar el cargo de conciencia de saber que será inútil.



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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt