Nicolas ha hecho uno de los textos que más me han calado. ¿Debería reunirme con este nuevo demonio?
Lestat de Lioncourt
Tal vez ahora sólo soy un demonio, un
recuerdo enquistado en su negro corazón, una balada amarga que sopla
el viento o la melodía mortecina de un violín a punto de
languidecer. Es posible que sólo soy palabras escritas en viejos
documentos, una firma que ya casi no puede leerse, el aroma a polvo
de unos viejos harapos y la última composición que logré acabar.
Soy todo eso. Soy las lágrimas de tormenta y la risa arrolladora.
Quizás quedé atrapado entre el cielo
y el infierno, encarcelado a un tormento tan cruel como es recordar
los buenos momentos con la hiel del hoy. Sufro, pero el sufrimiento
ayuda al bohemio a sacar lo mejor de su alma. Aquello oscuro, viscoso
y terrible que nadie quiere tocar, pero que todos desean presenciar
como si fuera el último aliento de un moribundo.
He enterrado cualquier sentimiento que
no esté prohibido. El odio es lo más delicioso que han sentido mis
dedos, los cuales muevo aún con gracia sobre el violín, y la rabia
la sensación más sensata que mi alma ha sostenido. Estoy
decepcionado con la vida, pero también con la inmortalidad. Porque,
esta forma nueva, es también ser un inmortal. Cargo las cadenas del
purgatorio y las alas negras de un príncipe terrible.
Demonio. Eso siempre fui. Un demonio.
Un terco y demente demonio. Soy quien se alza ante ti, sin piedad y
con el rostro bondadoso, para clavar en tu pecho el más terrible
desasosiego. Pronto todos morirán y nuevas flores brotarán para
marchitarse. El ciclo vitar dará rienda suelta. Y yo, como el mundo
mismo, estaremos presentes para contemplar el fin de todo. El dolor
es delicioso, pero aún más el dolor añejo y terrible que se clava
como daga.
Y tú, mi dulce y tenebroso príncipe,
espero volver a encontrarte más allá de este camino de penurias y
acertijos. Sé que sabes de mí, del mismo modo que yo sé de ti.
Podemos encontrarnos otra vez y danzar, como si fuésemos macabros
enterradores, en el lugar de las brujas donde todo comenzó. Tú y
yo. Estaremos a solas en un duelo cuasi mortal.
Volveremos a herirnos con navajas
artificiales de palabras hirientes. Nos acariciaremos con la hiel que
siempre hubo en el perdido páramo de nuestro amor. Seremos enemigos
e iguales. Tú y yo, volveremos a levantarnos como el polvo del
camino y nos odiaremos para amarnos en silencio.
Te odio, pero también te amo. Te deseo
la muerte, pero sin ti moriría de verdad. Maldita sea esta dualidad.
Maldito tú, la sangre, el tiempo, el fuego, el demonio, los
infiernos, la nueva vida que poseo y yo. Maldito sea yo.
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