Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 3 de febrero de 2015

Mi error no fue amarte

Merrick... aún la extrañamos. Esa mujer y sus enormes ojos... siempre será recordada.

Lestat de Lioncourt


Los espíritus siempre me han acompañado. He viajado con ellos desde que tengo memoria. Mis pies desnudos, mi cuerpo delgado y mis enormes ojos verdes han visto y sentido demasiado. Mi infancia fue un cúmulo de desgracias. Pude ver la muerte danzando a mi alrededor, coqueteando con aquellos que amaba y secuestrando la escasa paz que lograba retener entre mis jóvenes brazos. Carecía de sueños, metas o logros. Sólo quería seguir viva, tener mayor dominio sobre lo que ocurría y respirar cinco segundos sin que mis alertas se dispararan.

Conocí a Aaron cuando era una niña algo tímida, pero intelectualmente superior a cualquier mujer u hombre que él hubiese visto jamás. Mi único familiar, de quien aprendí todo, moría. Ella languidecía. Se marchitaba lentamente. Me convertía en huérfana de todo, menos de los fantasmas y mis poderes. No me sentía una bruja o espiritista, pero sí sabía que no todos tenían el don que yo poseía. Él me llevó ante un hombre, de aproximadamente su edad, de rostro afable y que ya comenzaba a tener ciertas canas. No eran jóvenes, pero para mí resultaban atractivos por sus mentes brillantes.

David Talbot. Así se llamaba ese hombre. Jamás olvidé su nombre, la expresión afable de sus ojos, lo maravillado que parecía al hablar y lo interesante que me pareció. Él decidió ser mi tutor, guardarme entre sus brazos de cualquier mal, y cuando me veía perdida creía que lo tendría.

Me equivoqué.

Él desapareció de mi vida. Huyó de mí. Me sentí traicionada, pues creí que los lazos, a través de los años, eran fuertes. Confiaba en su amor. Entregué mi corazón a un cazador y éste salió huyendo con su presa. Sin embargo, mi venganza fue aún más terrible que el dolor que ya sentía. Me equivoqué. No hice más que empeorar todo. El dolor se hizo agudo, perenne, y terrible.


Sé que para él seguiré siendo ese terrible gato negro que lo persigue por las calles de New Orlens, ese recuerdo que no puede evitar, ese amor que permaneció tras largos años y ese silencio incómodo cuando ve mis fotografías. Yo lo sé. Sé que soy un recuerdo que se ancla en su corazón.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt