Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 4 de febrero de 2015

Siempre a tu lado, amigo

David... A veces me da pena que esto sucediese, luego recuerdo que es ley de vida. Aún así Aaron era un gran hombre y merece ser llorado.

Lestat de Lioncourt


Puedo oler aún su perfume impregnando mi ropa, provocando que volviese a casa allá donde estuviésemos. La confianza siempre era plena y mutua. No eran necesario hablar, pues nuestros gestos comunicaban cualquier resquicio de dolor, pena o apatía. Recuerdo su sincera sonrisa, tan amable y carente de mentiras, mientras estrechaba mis manos y me rogaba que me cuidara. Los espíritus siempre me acompañaban allá donde iba. Él no podía sentirlos del mismo modo, aunque sospechaba donde se hallaban y el poder destructivo que poseían. Para mí, aquel hombre de gestos simples y gustos refinados, era sin duda mi hermano, mi igual, mi otra mitad lejos de cualquier acto romántico o idílico. Él era Aaron. Mi buen y viejo amigo Aaron.

La última vez que lo vi asistía a mi funeral. Vestía con un traje y camisa de riguroso luto. Sus cabellos blancos estaban bien peinados. Tenía el semblante triste, pero no por mi muerte. Él estaba entristecido porque era nuestro adiós. Había visto el proceso de cerca. Sabía que yo ya no era humano y el joven en el cual me había convertido era un monstruo. Tenía sed de sangre, libertad y deseos. No podía permanecer en la orden junto a las demás reliquias. Yo pertenecía a otro plano.

—Cuídate—dijo con las manos metidas en los bolsillos—. Pero si no lo haces, si necesitas mi ayuda...

—Mi vida ha acabado—respondí manteniendo un tono cordial, pero firme—. Aaron, ya no podemos ser iguales.

Sus ojos se llenaron de lágrimas frente a mi ataúd abierto, donde se encontraba mi viejo cuerpo perfectamente maquillado y vestido. Eché un último vistazo a la sala donde pronto se llenaría de conocidos, viejos amigos, enemigos intelectuales, amantes y novicios. Las flores de las numerosas coronas hablaban de amor, respeto y paz. Yo esperaba encontrar esa paz. Sí, un paraíso de sabiduría que quizás no me permitiera descansar por mucho tiempo. Emprendía un nuevo camino.

—David, siempre te he querido como a un hermano—sacó las manos de sus bolsillos y me abrazó.

No dudé en abrazarlo. Estreché su cuerpo contra el mío. Un cuerpo cálido y blando, lleno de aromas que me atraían y me resultaban más atractivos que nunca, mientras mis labios se movían sin pronunciar sonido alguno. No sabía como decirle adiós, pero lo hice apartándome para caminar hacia la salida. Fue una despedida rápida, pero dolorosa.


Tiempo después, no demasiado, estaba muerto. Lo necesité, pero decidí que no debía molestarlo. Él me necesitó a mí, y pensó del mismo modo. Existen muchos tipos de amor y este, el amor de hermanos pese a la nula vinculación sanguínea, es el más puro.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt