Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 2 de marzo de 2015

Oscuridad

Santino y sus memorias... Digamos que es como todo "macho que se respeta" que no quiso en ese momento decir lo que sentía, pero luego fue demasiado tarde.

Lestat de Lioncourt 


Sus cuencas vacías de vida me contemplaban por doquier. Allá donde dirigía mi vista ellos estaban, observándome en permanente silencio. Podía notar como miles de pensamientos funestos revoloteaban mi alma, la aguijoneaban como si fueran aves de rapiña, hasta hacerme delirar. La fusta caía sobre mi espalda una y otra vez. Condenaba mis noches al servicio del Bien provocando al Mal, danzando con la muerte y conquistando la piedad del Diablo. Era un sabor rancio y amargo, como los besos que podía sacar de aquellos cadáveres apilados en las catacumbas de las grandes ciudades. Y él, sentado como si fuera una muñeca perfecta, me miraba con temor y hambre.

Su cabello pelirrojo brotaba de su cabeza hasta sus hombros, perdiéndose en la cruz de su espalda. Pelo de fuego, ondulado como el caminar de la serpiente, que flameaba en mitad de las tinieblas. Sus manos, diminutas y finas, estaban juntas como si rezara. Tenía los ojos carentes de ilusión. Había creado una réplica perfecta de un ángel misericordioso, lleno de virtudes y cadenas, que se alzaría sin pensar contra cualquiera que quebrara nuestras reglas.

Podía sentir el dolor quebrando su alma, rompiendo su frágil corazón y hundiendo sus sueños en brea. Su belleza, tan enigmática como poderosa, sería el arma más terrible que poseería en sus firmes manos. Sus ojos, tan oscuros como dolientes, no bajaban la mirada. Quería hablar con él cada noche, sobre su futuro, pero era incapaz de romper la magia que poseía su presencia.

Nuestra última noche fue distinta. Él habló desafiando al silencio que nos unía.

—Me abandonarás—afirmó—. Igual que él—dijo.

—Te he dado todo lo que sé. ¿Por qué debería quedarme?—pregunté.

—Por amor...

—Amor... amor... el amor nos vuelve débiles, Armand. El amor te trajo hasta a mí, casi te condena a la hoguera y te cegó del camino. El único amor que debes tener es el que guardas a Dios, para cumplir tu misión entre los nuestros—comenté aproximándome a él, para tomarlo entre mis manos y observar su infantil rostro sin un ápice de vello. Era aún un niño cuando él se apiadó de sí mismo y egoístamente lo creó.

—Me dejarás... solo...

—No estarás solo. Tendrás la doctrina y tus seguidores.


Debí decirle que lo amaba. Quizás debí ser sincero. Sin embargo, guardé las palabras y le ofrecí el silencio junto a los últimos documentos, en los cuales tendría las doctrinas que debía impartir entre los nuestros. Armand, mi guerrero. Armand, el ángel que vino a mí y fue salvado del fuego.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt