Yo creo en el amor y espero que su amor haya sobrevivido. Deseo creer que están bien, pues me llevé un terrible dolor al saber que muchos vampiros jóvenes, tan jóvenes como ellos, habían perecido.
Lestat de Lioncourt
El amor a primera vista puede
considerarse una inconsciencia. Tal vez sí sea una verdadera locura,
pero sin duda fue la mejor que hemos cometido. He entrelazado mi alma
con la tuya, dejado que los ríos de tinta naufraguen entre ambos y
se conviertan en el lazo perfecto que nos ate. La sangre inmortal
camina por cada una de nuestras venas, acaricia nuestros músculos y
convierte en estatuas de mármol nuestros cuerpos. Viviremos para
siempre. Seremos jóvenes ocultos del sol y de cualquier pesada
responsabilidad. La eternidad se postra frente a nosotros y nos guiña
con encanto.
He descubierto miles de caminos en tu
cintura. Me he perdido en tus ojos y ahogado en tus pechos. El aroma
de tu piel es tan delicada como la fragancia de las flores silvestres
que coronan, tan sólo ocasionalmente, tu cabello de vivo fuego. Tus
mejillas, llenas y perfectas, tienen el color de las manazas y tus
pestañas parecen alas de mariposas agitándose sobre una azucena
blanca.
La muerte no ha podido con nosotros. No
existe el dolor. No hay más allá del valle de lágrimas. La
impotencia de ver nuestros ataúdes juntos, marchando hacia el
cementerio, jamás ocurrirá. Seremos eternos, como el amor de Romeo
y Julieta. Sin embargo, los únicos que murieron, para volver a la
vida, fuimos nosotros. Hicimos un juramento y tuvimos al mejor de los
monstruos por testigos. Te has convertido en mi virtud y pecado, pero
sé que yo sigo siendo el caballero que te ha rescatado de las garras
de la muerte.
Desnuda te ves más salvaje, más firme
y completa. Puedo ver tu vientre níveo y plano, tus pechos perfectos
coronados de unos pezones de pétalos de rosa, piernas fuertes y
clavículas marcadas. La muerte te intoxicó, amor mío, y arrancó
la juventud de tus carnes. Si bien, la vida eterna obró el milagro y
regaló de nuevo a tu figura la belleza de otros tiempos. Te he
retenido mil veces entre mis brazos, besado tu boca hasta el
cansancio y has permitido que mis manos acariciaran tu espalda
lentamente. Mis dedos han creado caminos insólitos y han hecho
verdaderos hallazgos.
Siempre cuidaré nuestro pecado...
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