Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 29 de marzo de 2015

La justicia

Recuerdo bien ese momento. Leí sus memorias con ansias. Dijo cosas hirientes hacia mí, pero también hacia otros inmortales... Fue terrible su final. 

Con ustedes una discusión entre Maharet y Marius. La narra Khayman. 

Lestat de Lioncourt

Ambos se observaban a los ojos. Ella cada vez parecía más fatigada. Intentaba explicar por enésima vez que no podía imponerse de ese modo. Ella no permitiría que un asesinato se diese bajo el techo de nuestra casa, ni siquiera bajo el techo de cualquier otro. Maharet tenía la vista nublada, los ojos de su víctima estaban estropeándose, y el nerviosismo de Marius provocaba un malestar en su alma, en sus revueltos sentimientos, que la dejaba agotada.

—Estoy bien, Khayman—dijo aferrándose a mis manos, las cuales sostenían su delicada cintura—. Querido, estoy bien—murmuró con la voz quebrada.

—¡Debes hacer algo! ¡Exijo justicia!—bramó enérgico. Movía sus brazos como un molino de viento, sus cabellos parecían unirse a su furia, y esos ojos fríos, como el hielo, emitían un fuego abrasador.

—Son viejas rencillas que debes olvidar. La venganza es innecesaria—murmuró apretando sus dedos—. Querido, deberías ir a ver como se encuentra mi hermana. Deseo que esté cómoda.

—No me apartaré de ti. Mekare es fuerte—dije cerca de su oído—. Es terco, permite que hable con él. Te encuentras fatigada. Sé que detestas éstos enfrentamientos.

—¡Vosotros tuvísteis vuestra venganza!—gritó.

—Estábamos dispuestos a perdonar, pero ella quería el mundo a sus pies. Ya no es tiempo de imperios, Marius—respondí—. Sólo queríamos detenerla, que nos escuchara y volviese a ser la mujer a la cual amé como reina—mis brazos rodearon con firmeza a Maharet y ella estaba a punto de romper a llorar. Sabía que Marius impondría sus deseos. Haría que Santino muriera pese a todo. No permitiría que tuviese siquiera justicia o unas palabras, aunque fuesen breves, para defenderse. Él quería muerte y destrucción, pero la muerte y destrucción sólo genera más muerte, más dolor, más heridas y más problemas. Nosotros queríamos mantenernos al margen. Ella sólo deseaba la compañía de su hermana—. Akasha se vio sobrepasada por el poder antes y después de...

—¡No me importa! ¡Quiero justicia!

—Justicia no es igual a venganza—respondió Maharet—. No lo haré.

Aquella discusión se prolongó durante semanas. Se convirtió en algo habitual. Marius estaba enfervorecido. Deseaba un juicio justo a favor de sus intereses, por lo tanto no era ni justo ni un juicio. Quería aplicar unas normas que él mismo no había seguido. Santino estaba en peligro, pero poco o nada podíamos hacer.

Finalmente nos reunimos bajo su techo. El antiguo líder de la Secta de la Serpiente en Roma, aquel que lo dio todo por unas creencias que ya no practicaba, se personó para intentar dialogar. Sus ojos oscuros, su tez blanca y su voz amable no duraron demasiado: acabó incinerado por Thorne, un vampiro vikingo creado por Maharet hacía milenios.

Desconozco si realmente murió o si Maharet logró hacer algo. Jamás hablamos más de ese tema. Era doloroso. Yo no estaba presente cuando ocurrió. Me hallaba fuera, junto a Mekare. Era el guardián de ambas, quien tenía que proteger el secreto y el poder. Para mí, aquello, fue un asesinato y no justicia.



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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt