Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 29 de marzo de 2015

Egoísmo

El diablo tiene un mensaje, aunque yo sigo sin creerlo... Éste es su mensaje. Allá tú si lo quieres leer o simplemente buscar un lugar donde huir. 

Lestat de Lioncourt


El mayor pecado de Dios es su orgullo. Un orgullo que ha transmitido a todas sus criaturas. Todos pecamos mordiendo la misma manzana. Intentamos negar que poseemos esa impronta. En nuestro código genético está el terrible placer de saborear éste pecado. Las discusiones, las cuales pueden acabar en grandes y temibles guerras, se inician por un orgullo que crece y se extiende por nuestras almas, como si fuera un virus, y que nos evita poder disfrutar de la vida.

He contemplado el orgullo de Dios con mis propios ojos. He visto su paraíso, pero también he descubierto que tras su luz hay oscuridad. Una oscuridad cegadora, temible y fría. Los querubines pueden cantar alabanzas, los ángeles aplaudir los sermones inspiradores que él emite, y los arcángeles ser sus mejores guerreros. Sin embargo, en ese territorio ensombrecido, donde la esperanza parece que jamás germina, he visto las semillas del verdadero hombre. Las almas están ahí, alimentándose de su desdicha y recuerdos, ansiando tocar la luz que emana su creador.

Permití que mi orgullo negase la grandeza del hombre, pero cuando contemplé su belleza, el calor que poseían sus acciones, y la verdad intrínseca en su semilla supe que debía salvarlos. Pero yo no era el pescador de hombres, tampoco era el pastor que llevaría el rebaño, sino el ángel caído en desgracia, el mentiroso y el testigo apócrifo, que con su hipocresía sembraría terror entre los creyentes.

Me condenó a llevar un disfraz y ser la bestia de las peores pesadillas. Hizo que reptara como una serpiente. Señaló mis lágrimas como si fueran burla. Hirió mi corazón. Me olvidó y luego me pidió ser testigo de sus asesinatos. Él ha matado a millones de humanos, ha dejado atrás la huella de la sangre y el dolor, pero ha sido por una justicia sagrada, pues su mano jamás se equivoca. Yo, sin embargo, me mantengo con las manos ligeramente limpias y la vista alzada hacia los cielos. Quiero tocar sus puertas, llorar nuevamente sobre su luminoso territorio y rogar la absolución de todos los que lamentan su dolor en los valles oscuros donde la muerte no fue el final.


Y aquí estoy, contemplando los altares cargados de velas y flores. Escucho los rezos. Observo a los creyentes. Rezan por sus almas, pero los rezos no serán escuchados jamás. Cualquier tacha, por mínima que sea, será señal de condena. Ellos no lo saben. Creen en una vida cerca de Dios, pero lo único que hallarán será un sendero de espinas. Todos los que niegan a Dios, todos los que creen en él pero han tomado decisiones indebidas, aquellos que alguna vez soltaron su mano y se perdieron durante décadas, irán a las sombras y allí llorarán conmigo.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt