Tercera emisión de "La Voz de la Tribu". Ésta vez el invitado es Armand. La transcripción de lo ocurrido como siempre es gracias a Daniel Molloy.
Lestat de Lioncourt
La noche había comenzado. La
entrevista se llevaría a cabo con cierta tensión en el ambiente. En
la planta inferior se hallaba Marius. Había decidido asistir debido
a la curiosidad que suscitaba para él, como para otros, la presencia
de Armand en la sala de emisión. Allí se mascaría la tragedia. El
viejo líder de la Secta Parisina, el mismo que encumbró el Teatro
de los Vampiros hacia lo grotesco gracias a las obras de Nicolas, y
el mismo que decidió inmolarse al sol como muestra de su fe, por
frágil y dolorosa que fuese para él, estaba dispuesto a dejar
nuevamente su alma a la vista.
David Talbot se encontraba sentado ya
en su lugar habitual, Benjamín observaba los documentos que éste le
había ofrecido. Había noticias sobre la reconstrucción y mejora de
la zona donde habían vivido Khayman y las Gemelas. También deseaba
abrir cierto debate, el cual quizás podría dejarse aplazado, y eso
le emocionaba. Tenía material por si la entrevista quedaba escasa
debido a la negativa de Armand de hablar de ciertos temas. Siempre
había sido esquivo para narrar sus sentimientos. Podía parecer que
destrozaba su frágil pose de niño atormentado y mostraba al
monstruo, pero tras el monstruo había algo más. Él sabía parte de
sus revelaciones, aunque desconocía que era lo que realmente podía
sentir aquel ser que tanto amaba. Pues, pese a sus discusiones,
sentía un amor inconmensurable por quien fue el querubín de su Amo.
Daniel Molloy se hallaba en la cabina.
Frente a él estaba el trabajo habitual, esperándole en silencio,
mientras reflexionaba sobre todo lo que había vivido a lo largo de
las escasas décadas que tenía de vida. Ver la figura de Armand
entre aquellos dos inmortales, David y Benjamín, le provocaba
ciertos sentimientos que se encontraban unos contra otros como si
fueran lobos hambrientos. Su ropa era informal, como siempre, pero el
resto estaba vestido de gala. Armand llevaba una chaqueta celeste y
una camisa blanca con un pañuelo a juego. Benjamín y David llevaban
ambos trajes negros, sin corbata y con camisas grises. El más joven
de todos, Benjamín, llevaba además su habitual sombrero.
Sybelle y Antoine estaban vestidos
ambos de blanco, sentados ante el impresionante piano de color negro.
El violín del músico se hallaba entre sus brazos, tomándolo con
cariño, esperando que ella comenzara a tocar casi al unísono que la
emisión comenzaba. Parecían tranquilos, pero el resto no lo estaba.
Las preguntas podían ser dolorosas.
La emisión comenzó con una música
tranquila, deliciosa al oído, mientras Armand cerraba los ojos
dejándose llevar por las notas. La paz de su rostro era muy distinta
a la de su alma, aunque comenzaba a dejar que su nerviosismo se
evaporara.
—Buenas noches a todos los mortales e
inmortales que nos sintonizan—dijo Benjamín dando paso al inicio
del programa—. Bienvenidos hijos de la noche, hermanos y hermanas,
compañeros de una tribu que va más allá de la Sangre y el misterio
que aún nos protege—añadió mientras se acomodaba en su sillón
ejecutivo—. Hoy contamos con un viejo compañero, un inmortal que
todos conocen de algún modo, y que despierta odio y amor a partes
iguales—susurró mirando de reojo a Armand, el cual abrió sus
enormes ojos castaños y tomó conciencia que la entrevista era
inevitable—. Bienvenido, siéntete como en tu casa.
—Es mi edificio, Benji—respondió—.
Por ende es mi casa.
—No empiecen a discutir—intervino
David con un tono sosegado y amable—. Es para mí un placer
entrevistarte de nuevo y poder hablar contigo. No tomes esto como una
entrevista, por favor. Tómalo como una charla—expresó estirando
su mano derecha hacia la zurda del querubín de Marius.
—Me gustaría preguntarte por muchas
cosas—dijo Benjamín colocándose mejor el sombrero—. Sobre todo
por tu acercamiento hacia la religión en los últimos años.
—Siempre he sido próximo a la
religión—afirmó de inmediato—. No tengo reparos en afirmar que
creo en Dios, en nuestro Señor Jesús y en los milagros que ha
ejercido para la humanidad. Sin embargo, sé que la labor de la
religión se ha visto empañada, vilipendiada y hundida por los malos
actos, viles e innecesarios, de los sacerdotes y monjes durante
siglos—expresó con calma mientras intentaba exponer sus
sentimientos, muy enfrentados, ante aquello que estaba a punto de
decir—. No sé si Lestat vio a Jesús, tampoco sé si habló con el
Diablo. A día de hoy no sé si existen manifestaciones claras de
todo lo que mi buen amigo Lestat, enemigo en otros tiempos, dijo que
vio y oyó—se echó hacia delante y habló con contundencia—.
Creo y no necesito que otros crean por mí, cambien sus pensamientos
ésta noche o se sientan intimidados porque tengo fe.
—La fe es importante—la voz de
David volvió a hacerse presente—. ¿Tienes fe en el futuro que
tenemos frente a nosotros?—preguntó soltando su mano, permitiendo
que Armand volviese a estar solo aunque se sentía acompañado,
calmado y satisfecho. La música era cada vez más rápida y precisa,
provocando que él la siguiera con una sonrisa llena de amor. El
viejo director de la Talamasca recordaba el cuadro donde él estaba
representado con aquellas terribles alas negras. Al recordarlo se
emocionó, pero intentó que no se apreciara.
—A veces quiero creer que no todo es
blanco o negro, sino que existen matices—aquellas palabras hicieron
que Benjamín se riera ligeramente, cosa que provocó que Armand le
mirara con cierta molestia—. Pero me cuesta. Del mismo modo que le
costaría a cualquiera que hubiese sido adoctrinado desde niño en la
fe, en el miedo y la oscuridad. Durante mi época con Marius tuve fe,
pero no era una fe religiosa. Sé que ahora puedo tener esa fe hacia
Amel, pero sé que no todo es color de rosa. En el mundo siempre
habrá problemas y tendremos que luchar contra éstos—indicó.
Sus largos cabellos cobrizos, con
reflejos tan rojos como el fuego, le ofrecían un aspecto delicado y
delicioso. Realmente era atractivo. Sus mejillas llenas, sus labios
carnosos, ese mentón suave y la piel de porcelana con las mejillas
sonrosadas, pues tenía un aspecto muy humano desde su exposición al
sol, le hacían ser atractivo e irresistible. Daniel lo observaba con
cariño, respeto y miedo. Todavía recordaba las disputas que habían
acrecentado la brecha entre ellos, tan profunda como terrible, hasta
que los convirtió en dos continentes distintos. Ahora, con el paso
de los años, intentaban limar asperezas y acercarse uno a la postura
del otro.
—Armand, ¿qué sientes por
Lestat?—preguntó David.
—Lo mismo que sientes tú por él.
Siento un amor profundo, pero no ciego. Sé cuando comete errores y
cuando se está equivocando inevitablemente. Aunque acepto que muchos
de esos errores terminaron siendo aciertos, fue mejor que él se
equivocara y todos comprendiéramos los límites de nuestra
existencia—expresó con cariño, pues sus labios estaban curvados
en una dulce sonrisa—. Le quiero y deseo pensar que él también me
quiere.
—¿Qué sientes hacia las
afirmaciones de Rhosh hacia ti? Te odia—indicó Benjamín—.
¿Comprendes el motivo de su odio?
—Desconozco todos los motivos, pero
quizás es porque muchos de sus creados terminaron bajo mis órdenes.
Comprendo que debió ser terrible para ellos, pero ellos decidieron
escucharme. Yo soy una víctima, al igual que ellos—contestó
recordando las palabras de odio, las miradas de asco y el
sentimiento, ese que desbordaba la sala, cuando ambos se cruzaban—.
¿Él me odia? Bien por él. Espero que ese odio le ofrezca mejores
resultados que el odio que otros tuvieron hacia mí, odio que se ha
ido disipando dejando tan sólo amor. Además, no se puede odiar algo
que no se ha amado. Él no me odia, él me guarda rencor por un hecho
que aún no llega a comprender. Necesito conversar con él, que
comprenda mis sentimientos y yo comprender los suyos—el joven
vampiro asentía ante su compañero.
—¿Qué sientes hacia Daniel
Molloy?—aquella pregunta que lanzó David Talbot fue terrible para
él. Una brecha se abrió en su corazón y logró que bajase la
mirada. Por unos momentos deseó huir—. Si lo deseas no contestes.
—Admito que te mentí—dijo—. Me
daba miedo aceptar que le quería y le había hecho tanto daño. Sin
embargo, no sé si ese amor trasciende a un amor romántico o de otro
tipo. Sólo sé que no le haría daño jamás y que fue terrible para
mí ver como enloquecía—apretó sus manos sobre el borde de la
mesa y alzó la vista hacia donde se hallaba el joven, el periodista,
el muchacho que tanto amó y que persiguió por medio mundo.
Daniel lo miraba sin rastro de odio.
Tan sólo quería aceptar esas palabras como una compensación por su
anterior discurso en sus memorias. Deseaba escuchar estas y no que no
le interesaba, que fue un error y que deseaba pasar página.
—¿Y sobre Marius? ¿También has
mentido?—preguntó Benjamín.
—Nunca. Sigo queriéndole y esperando
que venga a por mí, ¿no es iluso? Es terrible sentir que no le
importas lo suficiente—susurró.
Marius de improvisto abrió la puerta
del estudio, se personó allí frente a todos y le miró con cierta
cólera. No estaba molesto consigo mismo por haberse alejado de
Armand, sino con Armand por decir que no parecía mostrar interés
sobre él. Daniel de inmediato lo tomó del brazo jalándolo hacia el
interior de la cabina donde lograba hacer llegar la emisión a
Internet, pero también transcribía rápidamente cada hecho
reseñable.
—Imbécil—masculló.
—No, Marius. Acepta que has dejado a
tu creación muchos años desamparado...—aquellas palabras causaron
cierto efecto en Marius. El imponente inmortal apretó los puños y
suspiró molesto—. Bufar como un gato no te servirá de
nada—indicó—. Deberías hablar en privado con tu querubín—rió
bajo y le miró directamente a los ojos—. Te amo y él también. Te
amamos todos, pero acepta que cometes errores y debes aprender de
ellos. Sin embargo, no puedo evitar amarte y estar agradecido—dijo
tomándolo del brazo derecho, tirando suave de él, para que se
sentara a su lado.
—Como decía—dijo Armand tras un
profundo silencio al igual que el resto, salvo por los músicos,—le
amo. Amo sus virtudes y defectos. He aprendido a convivir con mis
sueños e ideales depositados en él, así como con la realidad
maravillosa de su arte, sus conversaciones y convicciones. No soy lo
que él esperaba. No soy su mejor compañero. No soy lo que él
necesita. Pero a la vez soy lo que él estaba buscando. Soy la pieza
que encaja en su alma y él lo sabe. Con eso tengo bastante. No me
importa no vivir con él. Tampoco me hace daño saber que no soy
fundamental en su vida. Ya he aprendido—el pelirrojo miraba al
milenario romano que negaba tajante cada palabra. Daniel tenía
razón: ellos debían hablar.
—¿Habéis hablado Louis y tú de la
confesión sobre la muerte de Claudia?—la voz de David hizo que
Armand dejase de mirar a Marius y se centrase en su joven amigo.
—Es un tema peliagudo y doloroso para
Louis. Por supuesto que no—dijo.
—¿Y con Lestat?—insistió en el
tema Benjamín.
—No—respondió tajante.
—¿Qué suele hacer para relajarte?
Antes hacías experimentos con las nuevas tecnologías, ¿sigues
haciéndolo?—preguntó David mientras se relajaba en su asiento.
—Sí, pero también mantengo mis
numerosos negocios y escribo, junto a Gregory, una guía para pasar
desapercibidos ante los mortales—aquello le hacía ilusión. Era
una forma de colaborar con un ser excepcional que le había
despertado cierta admiración.
—Mi última pregunta, Armand—comentó
David—. ¿Por qué discutes tanto con Benjamín?—el joven lo miró
deshubicado. Esa pregunta no estaba programada.
—Porque no comprende del todo lo que
yo he vivido. Entiendo que mi época sea distinta a la suya—explicó—.
No me duele discutir mientras él siga comprendiendo que le amo. No
he dejado de amarle ni un sólo minuto. Siempre he velado por su
bien.
—Nunca lo olvidaré—susurró
visiblemente emocionado—. Creo que la entrevista podemos darla por
finalizada, ¿no creéis?—dijo.
—Sí, por mí sí—murmuró Armand
inclinándose hacia Benjamín para depositar un tierno beso en su
mejilla—. Me encanta esa pose de hombre intelectual que posees,
pues me demuestras que he logrado que seas un joven con unos
conocimientos que van más allá de lo habitual—le quitó el
sombrero y acarició sus espesos, y ondulados, mechones negros. Él
joven no dijo nada y se dedicó a aceptar esas caricias con cierto
agrado.
—Ahora las noticias—dijo David—.
Tienen disponibles en la web la transcripción de las anteriores
emisiones, así como el último texto que ha subido Daniel. Habla
precisamente del amor. Como sabrán en todo el mundo se está
celebrando la visibilidad del amor sin límites, barreras y estigmas.
Por eso mismo él decidió reflexionar sobre un tema tan importante
para nosotros, como para vosotros—expresó—. Hay una noticia
importante que pronto desvelaremos, en próximas emisiones, pero de
momento debo decirles que se ha concluido las obras de la vivienda de
Khayman y las Gemelas, así como se destinará una misa pequeña por
su muerte, por los casi dos años de su pérdida, en la pequeña
capilla del castillo de Lestat. Están todos invitados hasta
completar el aforo.
—Así es—intervino Benjamín que
aún era acariciado y mimado por quien fue su Dybbuk, un ángel
oscuro al que rezaba para que lo salvara de la miseria y el dolor—.
También adelantamos que Cyril estará con nosotros en breve, así
como Avicus. Si bien no hay fecha todavía en la agenda del programa,
aunque sí para Louis. La semana próxima lo tendremos con nosotros.
¡No se lo pierdan!—dijo antes de permitir que la música
ascendiera y se convirtiera en una revolución.
La entrevista había acabado y ya sólo
quedaba mantenerse a la espera para conversar con aquellos que habían
estado atentos a la emisión, a los cuales dejaba habitualmente
entrar en directo. El resto se marchó de la sala, incluyendo a
Marius, dejando a Benjamín al mando de todo junto a los dos músicos
inmortales.
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