Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 29 de junio de 2015

La voz de la tribu - Emisión 3

Tercera emisión de "La Voz de la Tribu". Ésta vez el invitado es Armand. La transcripción de lo ocurrido como siempre es gracias a Daniel Molloy.

Lestat de Lioncourt


La noche había comenzado. La entrevista se llevaría a cabo con cierta tensión en el ambiente. En la planta inferior se hallaba Marius. Había decidido asistir debido a la curiosidad que suscitaba para él, como para otros, la presencia de Armand en la sala de emisión. Allí se mascaría la tragedia. El viejo líder de la Secta Parisina, el mismo que encumbró el Teatro de los Vampiros hacia lo grotesco gracias a las obras de Nicolas, y el mismo que decidió inmolarse al sol como muestra de su fe, por frágil y dolorosa que fuese para él, estaba dispuesto a dejar nuevamente su alma a la vista.

David Talbot se encontraba sentado ya en su lugar habitual, Benjamín observaba los documentos que éste le había ofrecido. Había noticias sobre la reconstrucción y mejora de la zona donde habían vivido Khayman y las Gemelas. También deseaba abrir cierto debate, el cual quizás podría dejarse aplazado, y eso le emocionaba. Tenía material por si la entrevista quedaba escasa debido a la negativa de Armand de hablar de ciertos temas. Siempre había sido esquivo para narrar sus sentimientos. Podía parecer que destrozaba su frágil pose de niño atormentado y mostraba al monstruo, pero tras el monstruo había algo más. Él sabía parte de sus revelaciones, aunque desconocía que era lo que realmente podía sentir aquel ser que tanto amaba. Pues, pese a sus discusiones, sentía un amor inconmensurable por quien fue el querubín de su Amo.

Daniel Molloy se hallaba en la cabina. Frente a él estaba el trabajo habitual, esperándole en silencio, mientras reflexionaba sobre todo lo que había vivido a lo largo de las escasas décadas que tenía de vida. Ver la figura de Armand entre aquellos dos inmortales, David y Benjamín, le provocaba ciertos sentimientos que se encontraban unos contra otros como si fueran lobos hambrientos. Su ropa era informal, como siempre, pero el resto estaba vestido de gala. Armand llevaba una chaqueta celeste y una camisa blanca con un pañuelo a juego. Benjamín y David llevaban ambos trajes negros, sin corbata y con camisas grises. El más joven de todos, Benjamín, llevaba además su habitual sombrero.

Sybelle y Antoine estaban vestidos ambos de blanco, sentados ante el impresionante piano de color negro. El violín del músico se hallaba entre sus brazos, tomándolo con cariño, esperando que ella comenzara a tocar casi al unísono que la emisión comenzaba. Parecían tranquilos, pero el resto no lo estaba. Las preguntas podían ser dolorosas.

La emisión comenzó con una música tranquila, deliciosa al oído, mientras Armand cerraba los ojos dejándose llevar por las notas. La paz de su rostro era muy distinta a la de su alma, aunque comenzaba a dejar que su nerviosismo se evaporara.

—Buenas noches a todos los mortales e inmortales que nos sintonizan—dijo Benjamín dando paso al inicio del programa—. Bienvenidos hijos de la noche, hermanos y hermanas, compañeros de una tribu que va más allá de la Sangre y el misterio que aún nos protege—añadió mientras se acomodaba en su sillón ejecutivo—. Hoy contamos con un viejo compañero, un inmortal que todos conocen de algún modo, y que despierta odio y amor a partes iguales—susurró mirando de reojo a Armand, el cual abrió sus enormes ojos castaños y tomó conciencia que la entrevista era inevitable—. Bienvenido, siéntete como en tu casa.

—Es mi edificio, Benji—respondió—. Por ende es mi casa.

—No empiecen a discutir—intervino David con un tono sosegado y amable—. Es para mí un placer entrevistarte de nuevo y poder hablar contigo. No tomes esto como una entrevista, por favor. Tómalo como una charla—expresó estirando su mano derecha hacia la zurda del querubín de Marius.

—Me gustaría preguntarte por muchas cosas—dijo Benjamín colocándose mejor el sombrero—. Sobre todo por tu acercamiento hacia la religión en los últimos años.

—Siempre he sido próximo a la religión—afirmó de inmediato—. No tengo reparos en afirmar que creo en Dios, en nuestro Señor Jesús y en los milagros que ha ejercido para la humanidad. Sin embargo, sé que la labor de la religión se ha visto empañada, vilipendiada y hundida por los malos actos, viles e innecesarios, de los sacerdotes y monjes durante siglos—expresó con calma mientras intentaba exponer sus sentimientos, muy enfrentados, ante aquello que estaba a punto de decir—. No sé si Lestat vio a Jesús, tampoco sé si habló con el Diablo. A día de hoy no sé si existen manifestaciones claras de todo lo que mi buen amigo Lestat, enemigo en otros tiempos, dijo que vio y oyó—se echó hacia delante y habló con contundencia—. Creo y no necesito que otros crean por mí, cambien sus pensamientos ésta noche o se sientan intimidados porque tengo fe.

—La fe es importante—la voz de David volvió a hacerse presente—. ¿Tienes fe en el futuro que tenemos frente a nosotros?—preguntó soltando su mano, permitiendo que Armand volviese a estar solo aunque se sentía acompañado, calmado y satisfecho. La música era cada vez más rápida y precisa, provocando que él la siguiera con una sonrisa llena de amor. El viejo director de la Talamasca recordaba el cuadro donde él estaba representado con aquellas terribles alas negras. Al recordarlo se emocionó, pero intentó que no se apreciara.

—A veces quiero creer que no todo es blanco o negro, sino que existen matices—aquellas palabras hicieron que Benjamín se riera ligeramente, cosa que provocó que Armand le mirara con cierta molestia—. Pero me cuesta. Del mismo modo que le costaría a cualquiera que hubiese sido adoctrinado desde niño en la fe, en el miedo y la oscuridad. Durante mi época con Marius tuve fe, pero no era una fe religiosa. Sé que ahora puedo tener esa fe hacia Amel, pero sé que no todo es color de rosa. En el mundo siempre habrá problemas y tendremos que luchar contra éstos—indicó.

Sus largos cabellos cobrizos, con reflejos tan rojos como el fuego, le ofrecían un aspecto delicado y delicioso. Realmente era atractivo. Sus mejillas llenas, sus labios carnosos, ese mentón suave y la piel de porcelana con las mejillas sonrosadas, pues tenía un aspecto muy humano desde su exposición al sol, le hacían ser atractivo e irresistible. Daniel lo observaba con cariño, respeto y miedo. Todavía recordaba las disputas que habían acrecentado la brecha entre ellos, tan profunda como terrible, hasta que los convirtió en dos continentes distintos. Ahora, con el paso de los años, intentaban limar asperezas y acercarse uno a la postura del otro.

—Armand, ¿qué sientes por Lestat?—preguntó David.

—Lo mismo que sientes tú por él. Siento un amor profundo, pero no ciego. Sé cuando comete errores y cuando se está equivocando inevitablemente. Aunque acepto que muchos de esos errores terminaron siendo aciertos, fue mejor que él se equivocara y todos comprendiéramos los límites de nuestra existencia—expresó con cariño, pues sus labios estaban curvados en una dulce sonrisa—. Le quiero y deseo pensar que él también me quiere.

—¿Qué sientes hacia las afirmaciones de Rhosh hacia ti? Te odia—indicó Benjamín—. ¿Comprendes el motivo de su odio?

—Desconozco todos los motivos, pero quizás es porque muchos de sus creados terminaron bajo mis órdenes. Comprendo que debió ser terrible para ellos, pero ellos decidieron escucharme. Yo soy una víctima, al igual que ellos—contestó recordando las palabras de odio, las miradas de asco y el sentimiento, ese que desbordaba la sala, cuando ambos se cruzaban—. ¿Él me odia? Bien por él. Espero que ese odio le ofrezca mejores resultados que el odio que otros tuvieron hacia mí, odio que se ha ido disipando dejando tan sólo amor. Además, no se puede odiar algo que no se ha amado. Él no me odia, él me guarda rencor por un hecho que aún no llega a comprender. Necesito conversar con él, que comprenda mis sentimientos y yo comprender los suyos—el joven vampiro asentía ante su compañero.

—¿Qué sientes hacia Daniel Molloy?—aquella pregunta que lanzó David Talbot fue terrible para él. Una brecha se abrió en su corazón y logró que bajase la mirada. Por unos momentos deseó huir—. Si lo deseas no contestes.

—Admito que te mentí—dijo—. Me daba miedo aceptar que le quería y le había hecho tanto daño. Sin embargo, no sé si ese amor trasciende a un amor romántico o de otro tipo. Sólo sé que no le haría daño jamás y que fue terrible para mí ver como enloquecía—apretó sus manos sobre el borde de la mesa y alzó la vista hacia donde se hallaba el joven, el periodista, el muchacho que tanto amó y que persiguió por medio mundo.

Daniel lo miraba sin rastro de odio. Tan sólo quería aceptar esas palabras como una compensación por su anterior discurso en sus memorias. Deseaba escuchar estas y no que no le interesaba, que fue un error y que deseaba pasar página.

—¿Y sobre Marius? ¿También has mentido?—preguntó Benjamín.

—Nunca. Sigo queriéndole y esperando que venga a por mí, ¿no es iluso? Es terrible sentir que no le importas lo suficiente—susurró.

Marius de improvisto abrió la puerta del estudio, se personó allí frente a todos y le miró con cierta cólera. No estaba molesto consigo mismo por haberse alejado de Armand, sino con Armand por decir que no parecía mostrar interés sobre él. Daniel de inmediato lo tomó del brazo jalándolo hacia el interior de la cabina donde lograba hacer llegar la emisión a Internet, pero también transcribía rápidamente cada hecho reseñable.

—Imbécil—masculló.

—No, Marius. Acepta que has dejado a tu creación muchos años desamparado...—aquellas palabras causaron cierto efecto en Marius. El imponente inmortal apretó los puños y suspiró molesto—. Bufar como un gato no te servirá de nada—indicó—. Deberías hablar en privado con tu querubín—rió bajo y le miró directamente a los ojos—. Te amo y él también. Te amamos todos, pero acepta que cometes errores y debes aprender de ellos. Sin embargo, no puedo evitar amarte y estar agradecido—dijo tomándolo del brazo derecho, tirando suave de él, para que se sentara a su lado.

—Como decía—dijo Armand tras un profundo silencio al igual que el resto, salvo por los músicos,—le amo. Amo sus virtudes y defectos. He aprendido a convivir con mis sueños e ideales depositados en él, así como con la realidad maravillosa de su arte, sus conversaciones y convicciones. No soy lo que él esperaba. No soy su mejor compañero. No soy lo que él necesita. Pero a la vez soy lo que él estaba buscando. Soy la pieza que encaja en su alma y él lo sabe. Con eso tengo bastante. No me importa no vivir con él. Tampoco me hace daño saber que no soy fundamental en su vida. Ya he aprendido—el pelirrojo miraba al milenario romano que negaba tajante cada palabra. Daniel tenía razón: ellos debían hablar.

—¿Habéis hablado Louis y tú de la confesión sobre la muerte de Claudia?—la voz de David hizo que Armand dejase de mirar a Marius y se centrase en su joven amigo.

—Es un tema peliagudo y doloroso para Louis. Por supuesto que no—dijo.

—¿Y con Lestat?—insistió en el tema Benjamín.

—No—respondió tajante.

—¿Qué suele hacer para relajarte? Antes hacías experimentos con las nuevas tecnologías, ¿sigues haciéndolo?—preguntó David mientras se relajaba en su asiento.

—Sí, pero también mantengo mis numerosos negocios y escribo, junto a Gregory, una guía para pasar desapercibidos ante los mortales—aquello le hacía ilusión. Era una forma de colaborar con un ser excepcional que le había despertado cierta admiración.

—Mi última pregunta, Armand—comentó David—. ¿Por qué discutes tanto con Benjamín?—el joven lo miró deshubicado. Esa pregunta no estaba programada.

—Porque no comprende del todo lo que yo he vivido. Entiendo que mi época sea distinta a la suya—explicó—. No me duele discutir mientras él siga comprendiendo que le amo. No he dejado de amarle ni un sólo minuto. Siempre he velado por su bien.

—Nunca lo olvidaré—susurró visiblemente emocionado—. Creo que la entrevista podemos darla por finalizada, ¿no creéis?—dijo.

—Sí, por mí sí—murmuró Armand inclinándose hacia Benjamín para depositar un tierno beso en su mejilla—. Me encanta esa pose de hombre intelectual que posees, pues me demuestras que he logrado que seas un joven con unos conocimientos que van más allá de lo habitual—le quitó el sombrero y acarició sus espesos, y ondulados, mechones negros. Él joven no dijo nada y se dedicó a aceptar esas caricias con cierto agrado.

—Ahora las noticias—dijo David—. Tienen disponibles en la web la transcripción de las anteriores emisiones, así como el último texto que ha subido Daniel. Habla precisamente del amor. Como sabrán en todo el mundo se está celebrando la visibilidad del amor sin límites, barreras y estigmas. Por eso mismo él decidió reflexionar sobre un tema tan importante para nosotros, como para vosotros—expresó—. Hay una noticia importante que pronto desvelaremos, en próximas emisiones, pero de momento debo decirles que se ha concluido las obras de la vivienda de Khayman y las Gemelas, así como se destinará una misa pequeña por su muerte, por los casi dos años de su pérdida, en la pequeña capilla del castillo de Lestat. Están todos invitados hasta completar el aforo.

—Así es—intervino Benjamín que aún era acariciado y mimado por quien fue su Dybbuk, un ángel oscuro al que rezaba para que lo salvara de la miseria y el dolor—. También adelantamos que Cyril estará con nosotros en breve, así como Avicus. Si bien no hay fecha todavía en la agenda del programa, aunque sí para Louis. La semana próxima lo tendremos con nosotros. ¡No se lo pierdan!—dijo antes de permitir que la música ascendiera y se convirtiera en una revolución.

La entrevista había acabado y ya sólo quedaba mantenerse a la espera para conversar con aquellos que habían estado atentos a la emisión, a los cuales dejaba habitualmente entrar en directo. El resto se marchó de la sala, incluyendo a Marius, dejando a Benjamín al mando de todo junto a los dos músicos inmortales.



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Lestat de Lioncourt