Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 4 de junio de 2015

Mi amor por ti

Me gustaría decir que no me importa y he logrado olvidar cada una de sus expresiones. Sin embargo, camino por la ciudad con la cabeza gacha, colocando bien las solapas mi desastrosa chaqueta de cuero y metiendo mis manos en los jeans deslavados. Mis botas, sucias por el barro de las lluvias de noches atrás, marcan un paso lento pero firme. Estoy buscándolo. New York parece una jungla, un lugar inhóspito y terrible, donde puedes encontrar lo mejor y lo peor de éste mundo.

Cada paso me acercaba a su presencia, la cual podía vislumbrar gracias a las imágenes de otros. Escuchaba su voz con tono calmado y decadente, tan respetuoso como contenido, mientras la música sonaba con una pasión desbordada. No podía hundirme en sus ojos verdes, ni oler el perfume de sus cabellos, pero daba gracias a mi escasa fuerza de voluntad por estar allí.

Siempre quería llamar a la puerta, para que me invitaran a pasar. Deseaba quedarme junto a él aferrado a su cuerpo, hundiendo mi rostro en su cuello y sentir la mirada curiosa de los demás. Sin embargo, mi orgullo me impedía hacerlo. Quería que él me buscara. Últimamente era yo quien se preocupaba por encontrarlo. Desde aquel fatídico día, en el cual se expuso al sol, me siento culpable de todo lo que le sucede. Aunque quizás soy culpable de todo lo que ha vivido desde que lo atraje hasta a mí hace siglos.

Louis siempre será mi maldición, la cruz que llevaré a cuestas hasta el fin de mis días, pues jamás podré liberarme de la estúpida necesidad de mantener salvajes discusiones, profundas divagaciones e intensas miradas llenas de silencio y verdad. Tal vez estoy teniendo un ataque de decencia en estos pensamientos llenos de necesidad, los cuales destruyen lentamente mi pose de aventurero lleno de confianza y que no necesita a nadie para seguir en pie. Pero tengo un impulso irresistible hacia él. Quizás sólo estoy obrando como me exigen mis circunstancias, las cuales no son otras que la soledad y el amargo gusto de los recuerdos. Deseo estrecharlo, besar sus labios y jurarle que ésta vez todo será distinto. Sin embargo, ¿lo será? Es posible que eso me frene y detenga mis impulsos frente al botón del portero automático.


New York es testigo. La ciudad entera, con su tráfico demencial y luces de neón, sabe lo que estoy sintiendo y el calvario que estoy viviendo. Louis, te necesito y no sé como hacerte llegar el mensaje. Mi orgullo está siendo demasiado testarudo.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt