Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 28 de julio de 2015

Asesinos

Todos hemos perdonado a Rhosh y Benedict. Incluso yo los he perdonado por lo que hicieron con Viktor. Maharet murió, igual Khayman y Mekare. Nadie podrá restaurar las vidas que destruyeron. 


Lestat de Lioncourt


Era crucial. Tenía que hacerlo. Creí que era mi deber. Dejé que me cegara el deseo de finiquitar aquello. Quería ser el héroe que jamás fui. Siempre en segundo plano, siempre alejándome, dejando que otros tomaran las últimas decisiones y permitiendo que el tiempo me convirtiera en una leyenda muerta. Hubo un tiempo en el cual fui reconocido y temido, pero permití que me arrebataran la razón y la verdad. Decidí alejarme, olvidarme de todos y aislarme entre mis sueños de paz, longevidad y tranquilidad. Era un sueño ambicioso teniendo en cuenta que siempre hay caos y guerra. La guerra jamás finalizó. Está claro que el germen de la violencia anida en todos nosotros y nos manipula hasta extremos insospechados.

Maté a una inocente y a un imponente guerrero. Me horroriza lo ocurrido. Miro hacia atrás y veo mis manos manchadas de sangre. Es la sangre más inocente que he podido contemplar y percibir. Todavía tiemblo imaginando los brazos de aquel cuerpo decapitado. Sus largos dedos de mujer, tan hermosos como horripilantes, buscaban su cabeza. Y aquella cabeza, con ese rostro tan hermoso de ojos verdes llenos de lágrimas, intentaba encontrarse con su correspondiente cuello.

Entonces, Benedict, acabó con todo. Él destrozó su cráneo. Hizo que el fuego lo consumiera, lo aplastó con fuerza y lo convirtió en añicos. Maharet pasó a ser recuerdos. Miles de recuerdos. Ella, nacida entre el odio y la demencia de una soberana convertida en diosa y villana, había muerto. Su hermana estaba en el jardín, completamente perdida y sin conocimiento de lo ocurrido. Parecía un fantasma que observaba las aves nocturnas, acariciaba las plantas y parecía caminar como un animal. Era un ser sin intelecto, aunque era posible que sufriera.

Debía acabar con ella y Khayman. Tenía que terminar el trabajo. Pero me sentía tan hundido que era incapaz de hacer algo tan terrible. Me senté esperando al guerrero, al que debería acabar conmigo, pero cuando llegó actué con la misma frialdad que mi compañero, amante e hijo. Matamos al noble Khayman, el guerrero de fuerza sobrehumana, que estaba arrasando con el mundo entero. Quizás su alma atormentada quedó liberada del dolor. Murió sin saber que su gran amor, su compañera y la mujer que nunca dejó de proteger, había sido asesinada.


Entonces todo pasó demasiado rápido. Secuestré a Mekare. Nos llevamos su cuerpo como si fuese una momia que se traslada de museo. Me pregunto si sufrió, si fue consciente o si en algún momento podré perdonarme todo lo que hice. Benedict sé que no será capaz y que, claro está, llorará como siempre lo ha hecho. Sólo espero que el dolor se reduzca. No somos villanos, sólo fuimos demasiado estúpidos y creímos que podíamos tapar el sol con un dedo.  

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Lestat de Lioncourt