Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 28 de julio de 2015

El mundo es tuyo

—¿Alguna vez creíste que el mundo podía ser así?—preguntó mirando el océano de luces que teníamos frente a nosotros—. Todo me parece inmenso, desconcertante y mágico. Es como si...

—Como si aprendieras todo una vez más, como si el pasado no existiera y hubieses nacido nuevamente. Todo te llama la atención al igual que a un niño. Las luces son distintas, el sonido del tráfico tiene algo peculiar y las voces parecen tener una tonalidad distinta que se dispersa por el aire hasta llegar a ti. Hay nuevos matices y te desconciertan, pero también te atrapan como la miel a las moscas—expliqué abrazándome a mí mismo—. Cuando aparecí en este rocambolesco mundo moderno, tras largos años oculto bajo la tierra, quedé sobrecogido por los nuevos detalles que me rodeaban. Fue como una segunda oportunidad dentro de la Sangre—susurré aproximándome a él.

Estábamos en aquel balcón observando las colapsadas calles de Brasil. Louis se hallaba dentro leyendo un libro que había adquirido en una pequeña tienda de segunda mano. Las delicadas hojas de aquel libro, de letras diminutas como hormigas, le tenían absorto. Si bien, David no. Mi buen amigo David, quien hasta hacia unas semanas era un hombre al borde de la muerte y vencido por la edad, se encontraba en un cuerpo joven que iba adaptándose a su clásico estilo inglés.

—¿Alguna vez te acostumbras?—dijo apoyándose en mi hombro derecho, pues quedé a su lado admirando el paisaje urbano tan desconcertante. Lejos del complejo hotelero podía ver desdibujado el horror de la miseria, el hambre, la autodestrucción por la droga y las balas perdidas. Los sicarios iban de un lugar a otro por las favelas, mientras en las limpias calles la riqueza parecía eclipsar todo—. Lestat, dímelo.


—Jamás—respondí—. Jamás podrás acostumbrarte a la belleza de la noche, pero debes tener cuidado. No permitas que te seduzca hasta perder la cordura.


Lestat de Lioncourt  

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Lestat de Lioncourt