Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 25 de agosto de 2015

Cyril y el mundo

Cyril sigue rondando el mundo y, por desgracia, no ha contactado aún conmigo. Amel quiere hablar con él y yo también.

Lestat de Lioncourt


Todavía intento hacerme a la idea de éste nuevo mundo. Estoy aprendiendo a los juicios precipitados de la muerte, las luces de neón iluminando la noche hasta convertirla en una prolongación del día, y el aroma del pecado en cada esquina. La Sangre nos volvió locos y nos enterró en una demencia cruel de fuegos, gritos y lágrimas. Todo lo construido, en silencio, a espaldas del hombre moderno se quedó reducido a humo. Nuestra soledad no lo era tal y la verdad ha sido procesada en tubos de ensayos en un laboratorio clandestino.

Han pasado tantos siglos. Tantos que veo a los jóvenes vampiros como niños desnudos, los cuales corretean por la senda del mal balbuceando incoherencias y estúpidas creencias que ya han sido desmontadas. Las almas, esas que sólo aparecían en murmullos lejanos, ahora poseen poderes tan antinaturales como los nuestros. Esos espíritus, de fallecidos o de otra realidad, se pasean por el mundo con naturalidad mortal. Ellos incluso tienen un corazón, tan falso como sus rostros, que bombea una sangre inexistente.

La humanidad está al servicio del misterio, completamente esclava. Los mortales con poderes metales superiores acaban como trabajadores, de archivos precisos e impecables, de una Orden fundada por uno de los nuestros y dos seres sin cuerpo real. No debería extrañarme. Igual que no me extraña que la mayoría de humanos crean que la radio del joven vampiro Benjamín, un ser con rasgos inocentes pero que pasan por los de un adulto, es tan sólo un espectáculo lleno de arte, pero carente de verdades. Ilusos. Jugamos frente a ello a cazar a los villanos, igual que los héroes de sus comic, bebiendo el pecado original.

Subido aquí, en lo más alto de éste rascacielos de Tokyo, puedo juzgar a la ciudad que yace seducida al capitalismo más puro y estúpidos rituales, como también a pensamientos de miedo difundido entre ellos como si fuésemos bestias. No hay peor bestia que ellos, pero eso es algo que jamás comprenderán. Ves una ciudad, una sociedad, y las ves todas. Aunque tengan matices, y diversas diferencias, en el fondo no dejan de ser una colmena siendo explotadas por el poder desmedido de gobiernos interesados en las monedas de plástico, como sus risas hirientes, que en el bien de sus ciudadanos. El mundo moderno es igual de terrible que aquel en el cual los reinantes se creían dioses.

Alguien allí abajo ahogará sus penas en alcohol, otro golpeará a su pareja hasta que los recuerdos felices se conviertan en una tumba llena de flores, una madre matará a sus hijos por venganza hacia su esposo, hay quienes robarán en una pequeña tienda matando a los dependientes y todo eso sucederá sin la necesidad de unos colmillos. Los desprecio a todos, pues todos tienen la maldad en su corazón. No hay ni un ser humano bueno en éste mundo. Y yo, la verdad, me dejo llevar por mi instinto. ¿Por qué debería hacer caso a un supuesto líder?



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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt