Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 26 de agosto de 2015

La ciencia del amor

El amor puede ser de muchas formas, pero él parece amarlo de todas. Seth tiene suerte de tener a Fareed.

Lestat de Lioncourt

—¿Interrumpo?—pregunté entrando sin llamar.

No era habitual en mí tan escasa diplomacia, pero me encontraba demasiado solo. La soledad siempre me perseguía y los recuerdos caían como jarras de agua helada. Podía sentir los fantasmas del pasado murmurando en mi oído, recordándome los milenios que había logrado dejar atrás y las vivencias superadas. Necesitaba hablar con él.

Siempre he considerado a Fareed como una prolongación de mí mismo. Todavía lo hago. Para mí él es un vínculo con la realidad, con éste mundo tan diverso y extraño. Fue un desafío encontrar a alguien que tuviese los conocimientos necesarios, el arrojo y la voluntad de no dejarse avasallar. Tenemos en nuestras manos el futuro de un nuevo mundo, un renacer distinto, que nos puede llevar a una revolución práctica para todos los nuestros.

—No, sólo terminaba de dar luz verde a los informes que Lestat nos exigió—respondió sin siquiera girar su sillón.

Vestía con aquella apropiada bata de laboratorio. Olía antiséptico. Estaba seguro que había descendido a los diversos laboratorios y obtenido los informes de primera mano. Es exhaustivo y jamás deja nada para última hora. Esos informes habían sido pedidos hacía menos de una semana, pero Lestat lo tendría vía fax en unas horas.

—¿Cuáles? ¿Sobre los diversos proyectos que estamos llevando a cabo con la colaboración de la farmacéutica de Gregory?—pregunté subiéndome a la mesa, muy cerca del teclado de su magnífico ordenador.

—Correcto—respondió cerrando el programa, para luego mirarme a los ojos.

Ojos profundos, almendrados como los de cualquier hindú, que me atrapaban mientras sonreía con aquella boca carnosa. Rozaba los cuarenta, pero no los aparentaba, cuando decidí hacerlo mi hijo, compañero, amante y proyecto de vida. Durante milenios deambulé solitario y perdido, pero hallé la fuente de la inteligencia en su prodigioso cerebro y su incansable alma. Posee una actitud y una pose desafiante, aunque calmada. Siempre lo he admirado.

—Te amo—confesé permitiendo que mis mejillas se sonrojaran.

Él rió a carcajadas, pues mis confesiones siempre le tomaban de sorpresa. Sabía que no era su único amor. Siempre ha querido a Viktor, aunque como un hijo, y a Flannery, pues es una mujer excepcional altamente cualificada y posee un espíritu inquebrantable. Yo los amo a los tres, pero él es mi perdición. Admito que no sabría vivir sin su apoyo y compañía.

Me bajé del escritorio y tomé asiento sobre sus rodillas, pues se giró en su asiento y abrió sus brazos. Jamás he dejado de sentir su amor, tan profundo como su colonia fresca que se pega rápidamente a mis ropas. Entre sus brazos hallo el cariño que jamás he encontrado en otro lugar, me siento minúsculo peso a mis casi dos metros de altura.

—Yo también te amo, Seth—respondió repartiendo sus besos por mi rostro, mi cuello y mis manos.


Amor. Puro amor. No unió el amor por salvar a millones, pero también nos une el amor que nos profesamos. Es un amor sin medidas de tiempo y espacio.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt