Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 27 de agosto de 2015

Aprendizaje de vida

David Talbot tiene un talento especial para explicar ciertas cosas y ésta, sin duda alguna, es una de las mejores explicaciones.

Lestat de Lioncourt


Hace demasiado tiempo que ocurrió, pero para mí parece un suspiro. Es como cuando te dicen que no va a doler un pinchazo, pero la señal dura algunos días. Sin embargo, es un momento y nada más. Pero ahí queda la huella innegable, te dice que ha sucedido y todavía te marca con cierto dolor amargo las últimas palabras que te dijeron antes de aplicarte el antídoto. Conozco bien esa sensación.

Cuando era joven solía ser demasiado rebelde. Todos hemos tenido etapas donde nos hemos intentado descubrir, aunque fuese poniendo en peligro nuestra seguridad o nuestra alma. Muchos habríamos deseado vender un pedazo de ésta, o el continente entero, a cambio de la juventud eterna, esa que se va perdiendo y dilapidando con el tiempo. No siempre vamos a ser jóvenes, fuertes, con una actitud casi chulesca y una sonrisa de aventurero innegable. Los cuerpos cambian, las almas también. Nos volvemos monótonos y nos lamemos las viejas heridas como si fueran recientes. Nos calmamos. Terminamos alejándonos de lo que nos apasionaba. Pero yo seguía amando el peligro.

Como decía, cuando era joven solía ser rebelde, impulsivo, alocado y todos los términos que puedan imaginar para un hombre de algo más de veinte años, con un espíritu inquebrantable, dispuesto a probar todo y conocer de primera mano el mundo que le rodeaba. Era un iluso. Reconozco que todos somos ilusos y lo somos hasta que nos llega la muerte. Tenemos una ilusión, sueños que deseamos cumplir y metas que hay que alcanzar.

He visto muchas pérdidas. Conozco que es llorar sobre la tumba de mis seres amados, e incluso sé lo que es llorar sobre mi propia tumba. Me he arrodillado ante el nombre de mis viejos amantes, he besado las flores que olvidaba tras mis pasos y he honrado su memoria no olvidándolos. Viejos amigos, compañeros de noches en vela y conversaciones exhaustivas sobre miles de problemas, han quedado sepultados bajo metros de tierra. Reconozco a alguien que es leal cuando lo veo, pues puedo ver en sus ojos el alma que yace en ellos. Mi mejor amigo murió hace más de una década, lo he buscado como espíritu en todos los rincones de la ciudad de Nueva Orleans. Ha sido un fracaso. Me gustaría haberme despedido como se merecía. Igual he perdido a viejos amantes, la pérdida más señalada ha sido Merrick.

Ahora me encuentro con una nueva herida y frente a una nueva tumba, con tres nombres en vez de uno solo. Hay un hermoso epitafio que entre todos los inmortales, aquellos que los conocían y respetaban, han decidido añadir como últimas palabras de agradecimiento. Puedo sentir el dolor de cientos de almas al unísono, de vampiros jóvenes que no conocían la historia de primera mano y de aquellos que fallecieron, que están entre nosotros como seres sin cuerpo, que se compadecen del final de una era, la cual se acabó junto a ellos.

La mujer que más amo y admiro en éstos momentos no es un ser milenario, sino una joven vampiro. Tiene aproximadamente los mismos años en La Sangre, pero mi alma es algo más vieja y más sabia. Mi cuerpo contiene un alma de más de setenta décadas, la cual se siente vigorosa con el último bocado de la noche. Ella me observa minuciosamente, toma mi mano y la aprieta intentando soportar el dolor. Deseo que deje de llorar, aunque no hay lágrimas en su rostro. Es fuerte, sabe que una imagen vale más que mil palabras y nosotros somos la imagen de la raíz, de una raíz nueva, que germinará con fuerza el tallo de una nueva era.

Dolor... sí... Aún siento el dolor. ¿Me acostumbraré? Sí, lo haré. ¿Lo olvidaré? Nunca.


Respeto y paz.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt