Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 28 de agosto de 2015

Amor y odio

«Verdad y mentira, malicia y bondad, caminando por una cuerda ¿quién se caerá? Vendrás tú, como un príncipe oscuro, con la luz en los ojos y la mentira en los labios. Mancharás mi alma, con la sangre de otro, y me dirás que me amas acariciándome con codicia. Tú, príncipe de los mendigos, has venido a ser de nuevo el marqués que París no aguarda. Caminas entre los vivos, pero tu corazón ya no late como el mío. Afronta la verdad, maldito demonio, y compadecerte de las lágrimas de tu amante roto. Mírame, sin orgullo y sin lujos, y susurrarme con encanto las mentiras que promulgas. Dios, la virgen, los santos, los ángeles y el demonio bailan en una danza cruel y macabra. Yo no iré a la tumba, pero tú tampoco. Me has seducido, engendro del mal, y ahora caeré contigo. Caernos los dos a las tinieblas, de donde salieron los murciélagos que rompen tu alma y secuestran la mía. La cordura ya no existe. La verdad está muriendo. Bienvenido a la ciudad del amor, la tragedia, el sexo, la sangre, rituales en catacumbas, huesos que hablan y fuego que no cesa. Búscame, amor mío, y dime que me quieres aunque me detestas del mismo modo que yo te detesto. Juguemos a comer y beber en platos y vasos vacíos, bailemos entre los hombres y luchemos uno contra el otro. Te reto.»

Sostenía aquel papel como si fuese un trozo de su alma. Lo contemplé con dolor. Me quedé sin aliento unos segundos y después miré a Armand. Él parecía sereno. Reconocía la letra, por supuesto, y también esa forma de escribir tan enrevesada como hermosa. Era un demonio, sin lugar a dudas, al igual que él y yo. Nicolas, mi Nicolas. Mi amante, al que realmente quise y odié al mismo tiempo, yacía en la tinta derramada en aquel viejo papel amarillento.

—Estaba entre sus cosas—aclaró mirándome con recelo.

—¡Tenías ésto y no me lo diste!—grité furioso—. ¡A santo de qué me lo das ahora!

—Porque él lo sabe. Él lo sabe todo—contestó.

“Él”... Amel. Sí, seguro que lo sabía. No me lo había dicho ¿tal vez porque pensaba que no me afectaría? Quizás porque sabía que sería una nueva disputa. Entonces escuché como suspiraba, para luego echarse a llorar.

—Si te hubiese dicho que existía esas notas, como otras muchas, discutirían. No quiero más guerras. Deseo paz—murmuró esa voz, la del espíritu que se hallaba a mi lado día tras día.

No dije nada. Sólo tomé el papel y lo guardé en mi chaqueta.




Lestat de Lioncourt

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Lestat de Lioncourt