Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 28 de agosto de 2015

Maldito cínico

—A veces dudo que me quieras—murmuró cerrando el libro.

Había estado inmóvil toda la tarde, en una postura lánguida y decadente. Parecía un monstruo maravilloso de labios apetecibles, mirada triste y pose seductora. Quería desnudar su cuerpo y alimentar su alma con las palabras más viles, pero me contuve. Sólo lo observé.

—¿Por qué?—pregunté sin sorpresa.

Muchas veces lanzaba acusaciones y esa ocasión no iba a ser la última. Aún a día de hoy lo hace. Es intolerable por su parte que pretenda averiguar todo lo que ocurre por su privilegiada mente de víctima indefensa, aunque en realidad la víctima sea yo frente a él.

—No tengo porqué decírtelo—respondió levantando nuevamente su libro, abriéndolo por una página que no era ni la correcta e intentando ignorar mis palabras.

—Asombroso, simplemente asombroso—dije recostándome mejor en el sillón de orejas. Me hallaba de lado, con las piernas sobre uno de los brazos y disfrutando del respaldo dejando caer mi lado izquierdo.

—¿Por qué dices eso?—murmuró en un tono de reproche contenido.

—Te lamentas, pero nunca me das una respuesta clara y directa—sonreía. Me divertía muchísimo ver esa expresión afligida en su rostro. Sólo me hacía esos trucos sucios cuando deseaba llamar mi atención.

—Sí, lo he hecho.

—No—negué suavemente con la cabeza.

—Deberías saberlo—indicó arrojándome el libro, el cual esquivé con gran facilidad.

El pobre ejemplar cayó cerca de la chimenea, pero por fortuna no fue consumido por las llamas. Me miró indignado, muerto de rabia, mientras yo jugueteaba con los largos mechones rubios de mi frondosa cabellera.

—No puedo leer tu privilegiada mente, Louis—susurré.

—Pero sí puedes saber mis necesidades...—dijo a punto de romper a llorar—. Prestas más atención a tus admiradoras que a mí.

Ese lloriqueo siempre me rompía el alma. Sigue haciéndolo. Es una estrategia muy efectiva. No sé ni porqué logra tanto con tan poco. Por eso mismo, y no por otras cuestiones, me incorporé y fui hacia él para besarlo de forma apasionada.

—Vuelve a llorar, Louis, y tiraré ese libro tuyo al fuego. ¿Me oyes?—dije.

De inmediato me salí de la habitación, pero él me siguió. La noche era fresca y fragante en Nueva Orleans. El otoño de 1994 se aproximaba. Era una noche perfecta para salir y observar al idiota de siempre aferrado a mi brazo.




Lestat de Lioncourt

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Gracias por su lectura

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