Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 31 de agosto de 2015

Ella

Gregory sigue siendo un misterio para mí, pero es un misterio que quiero descubrir. Con textos así lo voy descubriendo, ¿y ustedes?

Lestat de Lioncourt


Escucho todavía los viejos murmullos de aquellos pasillos, el viento moviendo las ramas de los arbustos cercanos al palacio y el discurrir de las fuentes que refrescaban el patio principal. La tierra, oscura y arcillosa, se movía ligeramente en pequeños grupos de dunas a lo lejos. El mundo ya no lo recuerda, pero yo puedo escuchar la vieja música de las distintas habitaciones, las conversaciones inusuales y las más típicas de aquel palacio.

Recuerdo su presencia. Siempre callado, siempre solícito, siempre a su lado siendo su sombra y con ese aspecto de hombre tranquilo que distaba del monstruo que podía ser en mitad de una confrontación. Era ágil, dispuesto a dar su vida por su rey y a no doblegarse jamás ante el enemigo. Khayman era uno de esos seres que provocaban admiración entre los demás guerreros, pero yo sólo era un sirviente que servía de entretenimiento a la reina.

Aún su mirada me aterra. Parecía tan calmado y bondadoso, pero a la vez conocía lo sanguinario que podía llegar a ser. Temía el día que Enkil pidiera mi cabeza y él entrara en mi dormitorio, me cortara el cuello y le llevara mi cuerpo como prueba de mi rápida muerte. Si bien, también admito que su trabajo no era el favorito de nadie, pero sabía llevarlo con entereza. La muerte le rodeaba, acariciaba sus manos manchándolas de sangre y luego, como no, tenía que dormir a sabiendas que había arrebatado los sueños a otros.

Entré a ser parte de la corte de la reina, su favorito entre muchos, antes que Seth naciera. Ella tan sólo había logrado parir mujeres. Estaba desesperada por tener un heredero varón. Cuando sus ojos se pusieron sobre mí quedé prendado. Tenía una mirada firme, de mujer fatal, pero a la vez podía ver la soledad derramarse en cada una de sus pestañas. Poseía unos pechos turgentes, envueltos en una suave y fina tela de lino, y un cuello largo que se realzaba con el corte de su pelo. Era hermosa, seductora, y poseía unas manos que erizaban el escaso vello de mis brazos.


No puedo olvidar, ni tampoco lo pretendo, la primera noche entre sus brazos. Sus piernas se abrieron necesitadas y calientes, la boca de su sexo se hallaba expectante y la humedad que ocultaba, con aquel delicioso calor, me volvió loco. Yací con ella por más de una hora. Los besos y las caricias daban paso a arañazos, mordidas y lamidas eróticas que provocarían el delirio de cualquier hombre. Y yo, como no, era demasiado joven para no percatarme que ella quería algo más que sexo, deseaba mi amor. Un amor que tuvo con facilidad. Me refugiaba en sus pechos y en la curva de sus caderas. Olvidaba mis pesadillas sobre su vientre plano y acariciaba su ombligo. Parecía una diosa desnuda en aquella cama, con su piel dorada y sus ojos profundos. Tenía el cuerpo de una niña, aunque ya empezaba a ser una mujer madura. Perdí la cabeza, el control y el corazón amándola mucho antes de conocer al monstruo que surgiría tras el encuentro con aquel terrible espíritu. Ella no sólo ambicionaba poder, pero eso es lo que terminó impulsando sus pasos a lo largo de los siglos.   

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt