Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 24 de agosto de 2015

La voz de la Tribu: Emisión 6

Sexta emisión del programa de radio que lleva Benjamín y David junto a otros inmortales. Hoy la invitada es Pandora.

Lestat de Lioncourt


La radio estaba cargada de música desde primera hora de la noche. Benjamín había dado paso a los dos músicos inmortales, el dueto de piano y violín de Sybelle y Antoine. La luz era tenue, muy seductora, y los vestidos de noche que ambos lucían eran perfectos para ir a la ópera. La audiencia no podía verlos, pero eso no importaba. Todo vampiro desea mostrarse con sus mejores prendas cada noche, como si fuese a ser la última, porque la vida puede llegar a ser complicada y terrible incluso para los que deberían vivir para siempre. Lestat siempre había dejado claro que el tiempo podía acabarse y había que disfrutar de él en cada segundo, bebiéndolo sorbo a sorbo como si fuese una víctima. Por eso la sobriedad y la elegancia clásica del negro estaba enfundada en el vestido de satén de Sybelle, junto con sus hermosas perlas blancas que llevaba alrededor de su cuello, y que, del mismo modo, también envolvía el traje a medida del, por siempre joven, Antoine. Ambos eran una pequeña maravilla, un tesoro, que se abría paso por las ondas de la radio hasta los distintos dispositivos móviles y ordenadores.

La música ascendía hasta el techo, del cual descendía una hermosa lámpara de lágrimas de cristal de bohemia. Lámpara que hoy, como jamás había ocurrido, permanecía apagada. Tan sólo había algunas velas encendidas para darle un toque más bohemio, íntimo y cálido. Benjamín se encontraba en la mesa jugueteando con la caja de cerillas, mientras miraba al frente esperando la llegada de David Talbot y Pandora. En la cabina de la radio, donde se hallaba el soporte logístico de la emisora, se hallaba Daniel Molloy. El periodista se hallaba con una simple camiseta blanca sin mangas, un chaleco negro de raso y unos jeans destrozados. Estaba descalzo y con los pies sobre mesa. Entre sus manos se hallaba un libro “Pandora”. Él la conocía. Sabía que había sido un gran amor para Marius, el cual había dejado un sabor amargo a su historia.

La puerta se abrió sin producir sonido alguno. Los pasos de ambos no sonaron sobre la moqueta y ni siquiera se escuchó las sillas moverse. Ambos aparecieron como si fueran fantasmas, aunque eran seres vivos y que acabaron por soltar una pequeña risa nerviosa mientras se disponían a hablar.

—Bienvenidos todos a ésta vuestra radio, la emisora de la Tribu, en un programa más de La Voz de la Tribu. Yo soy el director del programa, vuestro guía y amigo, Benjamín Mahmoud—indicó—. La música no dejará de sonar, no se preocupen. Para aquellos que no conocen nuestra temática, ésta pequeña brecha que abrimos para acercaros a otros inmortales, os haré un breve resumen. Aquí, cada dos semanas, tenemos el placer de tener en entrevista a uno de los inmortales que tanto admiran. Se les hace una serie de preguntas que ustedes, nuestros queridos contertulios, pueden hacernos llegar a la web—dijo mientras miraba a David—. Por supuesto no estoy solo, además de Antoine y Sybelle, tengo el gusto de estar acompañado por David Talbot en el estudio y Daniel Molloy en la cabina controlando que la emisión sea posible.

Pandora volvía a estar seria, pero no tensa. Había decidido salir del silencio en el cual solía hallarse leyendo, viajando y disfrutando de la noche sola o en compañía de Arjun. David la admiraba de tal modo que no podía dejar de contemplarla. Muchas veces había dicho que cualquiera se enamoraría de aquella mujer de belleza insólita, hermoso rostro esculpido en mármol y de ojos cafés tan profundos como la noche misma. Llevaba el cabello suelto, aunque despejado del rostro, permitiendo que las ondas de éste rozaran su escote. Vestía un traje que acentuaba su cintura y realzaba sus caderas, aunque no era provocador. Un vestido rojo, muy llamativo, que ocultaba bajo un sobre todo negro, de tela fina, que no había siquiera abotonado. En sus dedos había algunos anillos con rubíes, diamantes y bonitas esmeraldas. También llevaba pendientes, que pese a ser de oro eran simples y pequeño, así como un collar fino del cual pendía un colgante de ámbar.

—David, buenas noches—dijo Benjamín—. Hoy debes estar feliz, pues se halla en el estudio la mujer que decidió romper su silencio para concederte su historia—comentó.

—Buenas noches a todos—dijo—. Así es—añadió con una sonrisa llena de satisfacción—. Ella es Pandora, la mujer que creó Marius hace más de dos mil años.

—Haces que me sienta vieja—murmuró mirándole de reojo—. Buenas noches queridos—dijo colocando sus manos sobre la mesa, acariciando ésta para armarse de valor y presentarse ante todos—. No suelo conceder entrevistas y si estoy aquí es porque él me lo ha pedido. Si lo hubiese hecho Benjamín, o cualquier otro, me hubiese negado. Te adoro, Benjamín, y sabes que admiro tu trabajo, así como el esfuerzo que haces cada noche por ofrecernos noticias, permitir debates, hablar sobre la actualidad que nos concierne a todos como Tribu, pero jamás te habría aceptado ésto—comentó provocando que el joven se ruborizara. Estaba entre furioso y halagado, aunque no dijo nada—. Mi nombre es Pandora, pero mi apellido lo dejaré nuevamente al margen. Si Marius puede hacerlo, ¿por qué yo no puedo?—preguntó a la audiencia—. Mi vida la pueden leer en el libro, pero lo que pienso contestar aquí no es mi pasado sino mi presente.

—Así es—se animó a decir David—. Pusiste esa condición y yo la acepté.

—Gracias—susurró.

—¿Qué te pareció que Lestat te eligiera, junto con Marius, para ser la hacedora o creadora de Viktor y Rose?—preguntó Benjamín tras tomar aire.

—Me sentí halagada, pues es un privilegio. Son seres muy amados para Lestat y Lestat es un vampiro que todos apreciamos. Él es un hombre que sabe amar, que tiene una pasión indecible por aquellos que admira y aprecia, y por ello era un privilegio y una responsabilidad terrible—expresó.

—¿Qué sentiste cuando Rose se negó a beber?—dijo David—. Para todos fue terrible. Lestat tuvo que intervenir y ofrecerle su sangre, pero aún así ella se negaba. ¿Crees que era porque no estaba preparada?—preguntó.

—Pánico—expresó—. Pensamos que no iba a salir bien, pero afortunadamente es una de los nuestros. Es una flor hermosa en el jardín de Lestat, que es el de todos y cada uno de nosotros—comentó mirando hacia la cabina.

Daniel se había puesto en marcha. Revisaba la web, observaba el chat donde muchos se reunían a conversar sobre lo que escuchaban, y tomaba notas del encuentro. Ella sabía que aquel joven desgarbado, aunque terriblemente atractivo, estaba vivo gracias a los cuidados de Marius. Eso sí que era un milagro; y no era un milagro el hecho que él se repusiera, sino que Marius decidiera cuidar a alguien más que a sí mismo.

—Opino que estaba preparada, pero se dejó guiar por los sentimientos de ese terrible trance. La muerte a veces es mucho más intensa para unos que para otros—contestó a la segunda pregunta recordando la creación de Arjun, la cual fue mucho más dificultosa que la de Flavius.

—¿Has podido hablar con Flavius sobre todo lo ocurrido en vuestras vidas? ¿La amistad sigue?—preguntó David esperando que ella respondiera como siempre hacía: con su carácter habitual y sin dejar lugar a dudas.

—Sí, pero no todo lo que yo desearía. He decidido volver a viajar durante algunos meses, pues Arjun necesitaba volver a ponerse en contacto con el mundo—explicó moviendo ligeramente la cabeza hacia arriba y hacia abajo—. Sí, decidí quedarme a su lado. Él me daba miedo hace siglos, pero era por su forma de amar. No comprendía del todo como un hombre podía amarme de ese modo... —se quedó pensativa unos segundos y luego sonrió—. Flavius siempre será especial para mí. Él me enseñó a sacar partido a mi belleza, así como a disfrutar de conversaciones de la misma profundidad intelectual. No fui educada como una mujer, sino que me ofrecieron la posibilidad de tener el acceso que los hombres tenían a la cultura. Él siempre será para mí una debilidad, pero también una fortaleza. Jamás podría dejar de ser su amiga, su compañera si así lo desea cuando él lo estime oportuno y su creadora—explicó.

—¿Pensaste que los mortales te admirarían de éste modo? Muchas mujeres desean tener tu carácter o el de Gabrielle—intervino Benjamín—. Sois representantes de una clase de mujer luchadora, que saben salir airosas de sus problemas y que no dejan que los hombres las dominen. Muchas feministas tienen puestas en ustedes sus ojos, ¿qué opinas sobre ello?—preguntó mirándola a los ojos. Ella sonrió cuando terminó de formular la pregunta, pero él se mantuvo firme. Estaba muy interesado en saber cómo veía ese amor inesperado de los mortales, sobre todo de las mujeres, hacia ella.

—No lo pensé—expresó con rotundidad—. Pero me alegro, aunque algunas mujeres están perdiendo el juicio. No somos más que los hombres, sino iguales. Nos merecemos el mismo respeto, pero también el mismo castigo cuando cometemos errores—contestó girándose hacia David—. David, tú conociste a Maharet. Sabes bien que yo la admiraba. Comprendo que es la admiración, casi devoción, hacia otro ser. Me alegra que muchas mujeres me admiren, pero yo también tengo mi heroína particular. Una mujer tan minuciosa, que luchó por su familia y por la felicidad, se merecía todos mis respetos y admiración—el joven vampiro, el cual era un viejo conocido para ella, asentía cada palabra.

—¿Qué te parece que Marius tenga el poder de imponer reglas?—preguntó David.

—Terrible—aquella palabra provocó que todos en el estudio se carcajearan, incluso los músicos. Sybelle tan sólo sonrió, pero Antoine se desconcentró echándose a reír—. Es un idiota que desea tener cierto poder. Aunque, claro está, conoce bien el derecho y las leyes. Espero que sean leyes justas. Algunas ya las conocemos todos, pues son las básicas—cruzó sus piernas bajo la mesa y miró a Sybelle. Esa música apasionada la enloquecía llevándola a un estado de felicidad imposible de describir. Era hermosa la melodía y hacía que su anciano corazón se calmara, pero a la vez revolucionara su alma.

—¿Crees que debemos tener fe en Lestat?—esa pregunta, por parte del beduino, hizo que ella sonriera.

—Sí.

—¿Cómo es tu relación con el resto?—preguntó de nuevo Benjamín.

—Cordial, respetuosa e incluso amigable. No he tenido el placer de hablar con todos durante mucho tiempo, pero Gregory me parece un hombre excepcional y Notker despierta mi curiosidad, pues el arte es mi perdición—explicó—. Incluso Rhosh me parece interesante.

—Con ésta última pregunta, Pandora, daremos por finalizado nuestra tertulia—dijo David con tono suave y conciliador—. ¿Cómo te sientes al ser la impulsora de Talamasca?

—Hice que Gremt confiara en sí mismo y pudiese hacer algo que realmente mereciera la pena con su vida, con su tiempo y esfuerzo. Dejó de lamentarse para construir algo grandioso. Todos sabemos lo que es Talamasca y cómo ha guiado la historia, aunque digan que sólo la contemplan—explicaba mientras estiraba sus manos hacia las manos de David, las estrechaba con suavidad y acariciaba con su pulgar el dorso de éstas—. No soy impulsora de nada, pero sí me siento feliz de haber contribuido que alguien, aunque sea un espíritu, sea dichoso.


Pandora, conocida por su crueldad a la hora de terminar con sus víctimas, tenía un corazón que bombeaba bondad y sabiduría. Aquellas palabras hicieron que David la admirara aún más, y Benjamín conoció en mayor profundidad a la que fue la primera creación de su “amo”. Daniel se quedó observándola hasta que se marchó. Para él fue especial volver a verla. Deseaba saber más sobre la historia que ocultaba, pues sabía que no todo había quedado narrado entre las páginas de aquel libro.  

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Gracias por su lectura

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