Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 16 de septiembre de 2015

Cry in the heaven's door

Las luces de las velas creaban un ambiente mágico, casi único, el olor a cera se extendía por toda la capilla. El banco crujió bajo mi peso. Deseaba tumbarme en el suelo de mármol blanco y negro, extender mis brazos y rezar como no había hecho en años. Quería hacerlo y terminé por arrojarme a las baldosas, acariciar el polvo y llorar como un niño. Estaba allí. No me encontraba ni en el cielo ni en el infierno.

Mis cabellos dorados rozaban mis mejillas, caían sobre mi frente y rozaban mis hombros desnudos. Me encontraba sin camisa, tan sólo con aquellos pantalones manchados de hollín y barro. También estaba descalzo, pero desconocía donde había dejado mis zapatos. Allí, bajo la implorante mirada de Cristo crucificado, oraba por mi alma. Imploraba por ser bueno. Quería ser bueno. Deseaba ser bondadoso y no regresar jamás al lado del demonio, el cual me aguardaba frotando sus garras e intentando arrancarme nuevamente parte de mi orgullo, mi honor y mi vida por entero.

Escuché los vacilantes, pero elegantes, pasos de Louis por el corredor. Las vidrieras tenían unos matices maravillosos. Creo que le entusiasmó contemplarlas. Si bien, mi estado le conmovió como jamás lo había hecho. Estaba allí, tumbado bocabajo, rezando por todos los demonios de éste mundo. Mi espalda estaba ligeramente encorvada y él no dudó en acariciarla, pasando sus dedos lentamente por mis vértebras y costillas, para luego sentarse a mi lado.

—Ahora eres un mártir—susurró sentándose a mi lado.

—Estoy condenado por todos mis pecados. Deseo ser bueno—mascullé sin dejar de llorar.

—Eres bueno siendo malo, tú mismo lo dices—dijo tras un prolongado suspiro. ¡Ah! ¡Amo que haga eso! Esos suspiros largos que me hacen sentirme en casa.

—Tú no has visto lo que...

—No, pero no importa. Si quieres puedo quedarme contigo si te hace sentir más seguro—comentó deslizando sus largos dedos entre mis cabellos.


—No te apartes de mi lado, Louis.

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Lestat de Lioncourt