Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 13 de septiembre de 2015

Emisión 7 - La Voz de la Tribu

La Voz de la Tribu ha vuelto. Daniel Molloy ha redactado la retransmisión de la radio por si alguien se la ha perdido. Hoy nos visitó Allessandra.

Lestat de Lioncourt


La luz era tenue en el estudio. La música llevaba sonando varios minutos. Sybelle y Antoine habían decidido tocar para Allessandra, la cual había llegado más que puntual. Estaba sentada con un aspecto impoluto y exuberante. Llevaba el cabello blanco, recogido en un hermoso moño con un lazo azul pavo real, el cual rozaba su escueto escote de aquel traje de noche del mismo tono que la tela de su recogido. Sybelle vestía de blanco una vez más, con una tela vaporosa y delicada. Antoine llevaba una chaqueta roja, muy similar a la de Lestat, con las solapas negras y unos pantalones negros ajustados de tela vaquera. Los tres disfrutaban de su mutua compañía.

En un rincón del estudio Daniel anotaba. Estaba tomando apuntes de todo lo que ocurría. Cada gesto le parecía más fascinante que el anterior. Estaban los tres algo alejados, pero parecían comunicarse con sólo algunos gestos y sin necesidad de palabras. Benjamín, sentado ya en su lugar, amontonaba algunos documentos mientras David, que se hallaba en el otro extremo de la mesa, observaba al joven vampiro con gran interés. Los tres vestían de negro, pero Daniel con un peto y una camiseta sin mangas. Tanto el encantador beduino como el viejo director de Talamasca vestían trajes de Armani.

La radio estaba conectada, así que Benjamín sólo tuvo que encender su micrófono y hablar como solía hacer todas las noches. Si bien, era noche especial. Era la noche de las entrevistas. La Voz de la Tribu comenzaba.

—Una noche más estamos con todos ustedes—dijo con una ligera sonrisa producto de cierta satisfacción—. Hoy estoy de enhorabuena, pues podemos hablar con una vieja compañera de Armand. Ella es Allessandra. Si bien, no hablaremos de su relación con éste, sino de lo que ella realmente siente—. Buenas noches, Alessandra—se giró hacia ella y la miró a los ojos. Por unos instantes se sintió paralizado, e incluso se sonrojó, para luego soltar una pequeña risilla—. Es un placer retenerla unos minutos con nosotros.

—Buenas noches joven Benjamín—respondió Alessandra. Su voz era madura, pero dulce.

—Realmente estamos complacidos al tenerla aquí, junto a nosotros—indicó David.

—Gracias, señor Talbot—dijo apoyando su mano izquierda sobre la de éste.

—Usted era una mujer que nació rodeada de poder, pero decidió introducirse en La Sangre—dijo David—. ¿Por qué?

Ella apartó la mano, pero lo hizo sonriéndole. Esa pregunta no la había escuchado en mucho tiempo. Hacía demasiado que no había dado explicaciones sobre sus motivos, su gran deseo de ser inmortal, porque muchos daban por hecho que eran los mismos que los suyos. No. No era por ambición. Tampoco era por deseos de venganza. Ni siquiera lo había hecho por amor. Ella lo hizo porque no quería morir y deseaba conocer. Eran unos motivos muy similares a los que tenía Gabrielle.

—Todos tenemos miedo a la muerte y ese fue el principal motivo—explicó sin sobresaltarse, sin borrar su sonrisa y sobre todo con un tono de voz muy cercano.

—¿Hubo otros?—intervino Benjamín que había quedado en un segundo plano.

La música entonces ascendió en una borágine de notas apasionadas, para luego ser dulces y sumisas. Parecía que la música bailaba alrededor de ellos indicándoles que estaban allí, que Sybelle y Antoine estaban allí deseosos de escuchar su historia.

—Quería conocer—dijo—. Todos deseamos conocer qué ocurrirá en un futuro—. Hizo una breve pausa, miró a todos los presentes y se acomodó la falda de su vestido, para luego continuar—. Sólo se puede lograr eso siendo inmortal, aunque muchos escritores o artistas dicen que ellos también lo son porque sus obras pervivirán. Si bien, yo quería ver el mundo—su rostro se volvió entonces serio, como si fuese una máscara, para luego dulcificarse una vez más—. No quería ser recordada como la hija de un rey.

—Ha sufrido un gran cambio físico, pero también mental. ¿Le ha costado adaptarse a los nuevos tiempos?—David siempre tan caballeroso, siempre deseando saber cómo se hallaban los invitados y si se encontraban cómodos. Él siempre pensaba en todo, pero Benjamín también lo hacía. Sin embargo, el joven compañero de Armand disfrutaba demasiado de aquello, se dejaba llevar como cualquier oyente.

—Pese a mi aparente muerte, convertida en jirones de aquella que fui, estuve conectada con el mundo—acomodó sus manos sobre su falda y luego rió. Su risa era fresca—. ¡Me parece fascinante! Es fascinante y encantador, aunque a veces siento la carga de la soledad.

—¿Por qué aceptó entrar en La Secta de la Serpiente?—preguntó entonces Benjamín.

—Necesitaba creer en algo más allá que vivir por vivir—explicó—. Creo que ese fue el principal motivo.

—¿Por qué se tiró al fuego? Lestat les dio otros motivos. Motivos distintos, pero motivos—dijo David.

Él disfrutaba de ella como nunca. Había leído sobre su historia en los archivos. Conocía bien su pasado como mortal, pero poco sobre su pasado como inmortal. Tan sólo sabía que Lestat la llamaba la Reina Loca. Ella no estaba loca, sino perdida. Estaba completamente perdida entre el deseo, el miedo, el pánico, los sueños, la verdad, las creencias y las mentiras. Ahora parecía ser libre de nuevo y poder sentirse ella misma.

—Ya no sabía en qué creer y sentí que sólo era un obstáculo para el mundo—expresó con tono quedo.

—¿Y ahora? ¿Se siente obstáculo para el mundo?—deseó conocer Benjamín.

—Creo que ahora puedo compartir mi experiencia con los más jóvenes. Animo a todo aquel que me busque. Estoy en París. No me he movido demasiado de los viejos lugares que solía visitar.

Aquel mensaje era una curiosa invitación. Realmente quería reunirse de jóvenes porque estos conocían mejor el mundo. No era la primera ni sería la única. Muchos vampiros milenarios lo habían hecho. Maharet lo hizo durante algunas décadas.

—¿Le gusta la compañía?—preguntó David.

—Me encanta. Siempre me ha encantado—dijo ella.

—Es usted realmente maravillosa—susurró David, aunque se pudo captar perfectamente por el micrófono.— Comprendo la fascinación que tiene el Príncipe por usted.

—Todos sois encantadores y soy yo la fascinada—miró a Antoine y Sybelle, tocando con soltura y pasión, para luego seguir hablando—. Sobre todo por esos dos jóvenes. Hacen una pareja de músicos brillantes. Amo como tocan. Hacen que todo el dolor se vaya.

—¿Aún siente dolor?—preguntó David algo consternado.

—Tantas pérdidas, tanto daño, tantas mentiras y verdades hacen daño a la larga. Sin embargo, me alegra que Amel, como todo lo ocurrido, me hiciesen volver. Prefiero sentir dolor a no sentir nada.

Sus últimas palabras, sobre el dolor lo conmovieron. Hicieron que David comprendiera bien lo que ella quería decir. Benjamín no pudo comprenderlo del todo, pues para él el dolor significaba sufrir demasiado y él detestaba sufrir.

—Esa era nuestra última pregunta, pero ¿desea decir algo a la audiencia?—dijo Benjamín. Tenía sus hermosos ojos fijos en los de Alessanda y ésta estaba a punto de abrazarlo, besarlo y decirle que era precioso. Sin embargo, se abstuvo.

—Intenten aprender y comprender. Escuchen más, amen más, deseen más y vivan más. No vale la pena discutir con aquellos que no te importan ni te harán bien—aquellas palabras no parecían salidas de ella, de la mujer que fue tachada de loca. Sin embargo, lo eran.

—La semana próxima estará con nosotros Notker. Él desea hacer un comunicado para todos los jóvenes vampiros que sean músicos y artistas—comentó Benjamín—. No olviden de sintonizarnos todos los días, pero sobre todo aquellos en los cuales las entrevistas se hacen en el estudio.


Con aquellas últimas palabras la música quedó como predominante, pero se podía escuchar las carcajadas de Alessandra bailando con David, el cual la guiaba a la perfección. También se pudo escuchar los aplausos de Benjamín y cómo éste corrió hacia Sybelle para abrazarla por la cintura, sin dejar que ella parase su concierto. Daniel siguió escribiendo, pero también hacía algunos bosquejos. Marius le había enseñado como realizar dibujos rápidos, aunque no era demasiado bueno.  

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Lestat de Lioncourt