Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 25 de septiembre de 2015

Ella, mi madre inmortal

Tarquin hablando de Petronia de forma algo distinta a lo habitual. Me gusta que lo haga.

Lestat de Lioncourt


Ella me recordaba a Heliogábalo. Mi tutor, y amigo, decidió ofrecerme su conocimiento sobre historia, literatura y política. Me explicó con paciencia los clásicos griegos y romanos, así como puso especial hincapié en sucesos terribles de la Roma antigua. Deseaba que comprendiera que el amor y el odio era algo habitual en éste mundo, como si fuese el doble filo de un puñal, el cual se enterraba con firmeza en nuestros corazones. Heliogábalo era un emperador que murió con tan sólo dieciocho años, el cual estaba decidido a ser una mujer de pleno derecho e intentar cambiar sus genitales sin importar el precio. Todos lo veían como un hombre excéntrico, que tuvo varias mujeres y a ninguna amó, que se ofrecía a los hombres y se deleitaba con uno de sus amantes. Siempre maquillado, delicado en sus modales y terriblemente seductor. Por eso ella me recordaba a él.

Era una mujer hermosa si se lo proponía, pero podía mostrarse como el hombre monstruoso del cual todos se burlaban. Petronia era hermafrodita, tenía ambos genitales y un alma azotada por el dolor. Sin embargo, ese no era el mayor horror o carga que soportaba su, en apariencia, frágil espalda. Conforme la conocía comprendí su temor, su amarga historia y sufrí con ella cuando nos vinculamos con la sangre. Me desafió y me llevó al borde de la muerte, pues no deseaba que cruzara el umbral sin haber sufrido intensamente el dolor y la rabia que ella transportaba.

Su sangre me hizo fuerte, sus recuerdos me quemaban y sus ojos se introdujeron en mi mente como si fueran un animal salvaje a punto de matarme. Me quedé paralizado. Tuve que asimilar todo aquello durante varios minutos. Acabé llorando, de rodillas, implorando una pizca de cordura.


Aquel amanecer, después de mi primera víctima, recordé los pétalos de Heliogábalo. Pude aspirar su fragancia, imaginar su risa ligeramente soñadora que me invitaba, mientras las telas de la cortina se mecían por la brisa. También apareció ella, desnuda, mostrando sus pequeños pechos y ocultando una pequeña sábana sus malformaciones. Seductora y cruel, una mujer fuerte con el alma hecha añicos, que me imploraba ser escuchada. Entonces, el vestido. La novia sobre la cama. La sangre salpicaba todo. El mundo caía. Desperté aterrado por mis visiones y sediento. Esto es algo que no he contado a nadie y que hoy he decidido narrar, en éste libro de viaje.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt