Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 19 de septiembre de 2015

Inmortalidad

Fareed es un gran hombre y también Seth. Me alegra haberlos conocido.

Lestat de Lioncourt

Había terminado un largo día. Las sirenas se habían vuelto locas, las ambulancias llegaban una tras otra, y yo no daba a basto. Coordinaba las urgencias de uno de los hospitales más bulliciosos de mi país, la India, en una zona donde los desastres naturales siempre provocaban grandes desgracias. Aquellos días fueron terribles, pero ese día en concreto fue devastador. Apenas podía hacer demasiado por los cientos de damnificados. Aún así me esforzaba por salvar las vidas de las víctimas de aquel terrible terremoto.

Los niños lloraban y los ancianos rezaban aturdidos. Los hombres más jóvenes, y menos heridos, se movían por los pasillos buscando a sus madres, mujeres, hijos y restantes familiares. También había mujeres que habían perdido todo, inclusive su familia, que quedaban sentadas mirando a la nada, al igual que muchos hombres y ancianos. Las camisas se movían rápidas por los atestados pasillos, tropezando de vez en cuando con algunos enfermos, mientras que yo revisaba los informes médicos de una gran parte de éstos.

Mis ayudantes se movían como si fueran abejas de flor en flor, recolectando datos y vigilando las constantes vitales. Había muchas enfermeras que no se despegaban de las camas de los enfermos. Los psicólogos hacía tiempo que habían aprendido a curar heridas y atender a los pacientes, y no sólo escuchaban sus lamentos. Mi hospital tenía un gran equipo humano, aunque a veces faltaban medios.

Me senté en la sala de descanso, junto a la cafetera humeante, mientras buscaba intentar conciliar el sueño. La noche había llegado de improvisto y mi reloj marcaba más de la una de la madrugada. Tenía los pies adoloridos y el estómago revuelto, además de vacío, pero estaba bastante satisfecho con mi capacidad de reacción.

Entonces, como si fuese un sueño, él apareció frente a mí. No había notado su presencia. Jamás lo había visto. Sin embargo, su aspecto no me terminó de provocar temor. Tan sólo lo miré como si fuese un delirio, fruto de mi cansancio y horas sin dormir.

—¿Te gustaría salvar a millones?—preguntó—. Podrías investigar como tanto te gusta, salvando a miles de almas y no sólo durante una breve vida mortal.

Cuando me miró a los ojos supe que no era humano. Al menos, no era un hombre común. Me quedé aturdido entre sus rasgos benévolos, pero duros. Era como si viese una escultura de carne y hueso, hablando en un tono agradable y sentado frente a mí.

—¿Debo vender mi alma al diablo?—dije carcajeándome. Era una expresión muy americana, lugar donde había estado algunos años para formarme.

—No, a un vampiro—sonrió y noté sus pequeños, y puntiagudos, dientes.


Aquello fue extraño, pero sentí que lo quería. Deseaba tenerlo entre mis brazos y aceptar cualquier cosa que él me diese.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt