¿Cuántas veces he provocado un
desastre tras otro? Soy un irresponsable, pero necesito comprender el
mundo sintiendo en mis propias carnes los efectos más devastadores.
Me considero insaciable. No creo que sea un genio, pero sí un
atrevido. He sido pionero en muchas cuestiones, aunque en otras sólo
me he dejado guiar por la fascinación que el resto ejercía sobre
algún tema. No creo que sea un Mesías, pese a mis viejos deseos, ya
olvidados, de ser un Santo frente a los hombres. Ya no deseo que me
recen, tampoco pretendo que me idolatren. Sólo quiero ser amado.
Durante mi vida mortal no tuve
demasiado cariño, aunque conocí numerosos placeres y todos tienen
un nombre, un pequeño pedazo de mi alma y un recuerdo imborrable en
mi memoria. Siendo vampiro no tuve mucha suerte en los primeros años,
lo reconozco. Si bien, atesoré también grandes momentos donde la
felicidad me embriagó hasta cegarme. Sin embargo mi época dorada
está siendo la actual. Miles de jóvenes, mortales e inmortales, me
idolatran y cientos de fantasmas intentan perseguirme para que yo les
escuche.
Todo ésto comenzó porque quise
rebatir las estúpidas palabras de mi viejo amante, compañero y amor
eterno. Louis había logrado hacerse oír mediante un joven, delgado
y algo demacrado, periodista que amaba más el tabaco y el whisky que
la columna que habitualmente poseía en el periódico local de San
Francisco. Continuó con un ascenso meteórico de fama y música,
para convertirse en un infierno. Pero después del infierno siempre
viene una calma aparente, y fue en esa calma donde conocí a una de
las personas más influyentes que he conocido: David Talbot.
Como no podía esperarse por mi parte,
ya que soy un irreverente y un irresponsable, entré en la boca del
lobo, justo donde Marius me había rogado que no fuese, para hablar
con el dichoso director de una Orden de detectives de lo paranormal
llamada Talamasca. Juro por Dios, aunque ya no creo demasiado en él
aunque sí en lo que representa para muchos, que si hubiese sabido lo
que me deparaba a su lado habría ido mucho antes. Conocer a David
significó la puerta a un nuevo mundo lleno de embriagadores,
intensos y agradables momentos. También los hay malos, por supuesto,
pero su amistad vale la pena.
Creo que puedo tildarlo de mi mejor
compañero, junto con Mojo. No puedo decir lo mismo de Louis, pues
siempre que termino envuelto en un lío termina huyendo. Comprendo
que no quiere ver perturbada su apacible vida, pero sobre todo no
quiere comprobar que termino muerto y, menos aún, frente a sus
narices. Yo tampoco puedo aceptar, ni tolerar, saber que Louis
termina herido.
En definitiva, considero a David mi
mejor amigo y un gran maestro. Aunque, claro está, todavía me
considero mi mejor maestro y Marius tiene un lugar privilegiado en
una larga lista de grandes tutores. Nunca olvidaré las lecciones que
me ha dado la vida y quienes han interrumpido en ella, aunque más
bien he sido yo en las suyas.
Lestat de Lioncourt
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