Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 13 de octubre de 2015

Sentencia de amor

Antoine ya no sabe qué hacer para que Armand termine abriéndose a él. Y es normal. Armand ha sufrido demasiado.

Lestat de Lioncourt

La vida me ha dado lecciones terribles durante las últimas décadas. He soportado el dolor insufrible de la soledad. Me he sentido sentenciado por el odio, la violencia y el rechazo. Opté por ocultarme de los ojos insufribles del mundo, llenos de vanidad y locura, para sepultarme entre terrones de sueños y maravillas que nunca tuve.

Llegué a éste continente sentenciado por un pecado que no fue mío. Uno de los pecados capitales más terribles que es la mentira por parte de un hermano. Él me odiaba desde que éramos tan sólo unos niños. Mi padre se enorgullecía de mí, había depositado en su segundo retoño toda esperanza perdida en el primogénito. Iba a heredar todo. Tenía el mundo a mis pies, pero yo sólo quería conocer la pasión y la palabra de un piano. Me enamoré de la música desde temprana edad y mi único vicio era tocar incluso en las noches más apacibles. Viví entre atenciones y cuidados, pero fui abandonado por mi padre, su amor y su orgullo el día que mi hermano calumnió mi nombre.

Mi hermano dijo que yo había embarazado a una joven, dejándola en estado y provocando que ella se convirtiera en un hazme reír. Ella era en esos momentos una cortesana, una vulgar ramera, por haber tenido relaciones conmigo y haberla embarazado fuera del matrimonio. Las leyes divinas y las leyes de los hombres eran las mismas. Mi padre me repudió, llenó los bolsillos de mi hermano y le hizo su heredero. A mí sólo me quedó el marcharme del hogar, dejando un último beso a mi madre, para no volver jamás a Francia.

París quedó atrás. La luz que parecía deliciosa cuando entraba en mi ventana era nula en mi camarote. Viajé un barco mercante. Mis pocos báltulos se acomodaron en una húmeda y sombría pensión. El vino se derramaba sobre mis composiciones y mendigaba un vaso en las tabernas más sucias, decadentes y terribles del puerto. Allí conocí a Lestat. Él me dio su apoyo, abrió mi alma con la suya y me hizo creer que todo era posible.

Sufrí en mis propias carnes la maldad de Claudia, la necedad de Louis y el fuego. ¡El fuego! Maldita lengua de serpiente voraz que lamía con deseo mi piel. Sufrí terribles quemaduras por intentar detenerlos, pues Lestat los había perdonado mucho antes de salir del pantano y buscarme. Quería volver a su lado y ser todos un familia. Iluso. Tan iluso como yo lo era en ese instante.

Pero el fuego volvió años después, cuando estaba recuperado y creía que podía ser libre. Logré tener ciertos ingresos, una pequeña casa en un barrio tranquilo, tocar en burdeles y disfrutar de una vida ligeramente bohemia. Si bien, el fuego volvió. Me acarició de nuevo las llamas gracias a un grupo de jóvenes rebeldes.

Y entonces, cuando me curaba de mis heridas bajo tierra, ella apareció arrasando a cientos. Los gritos, el dolor de las ánimas errantes desde ese día, ha sido insufrible. Puedo escuchar los lamentos de malvados y bondadosos vampiros. El mundo entero gime. Pero la música se alza. Siempre se alza la música. Es la música de un ángel rubio de hermosos dedos de pianista.

He vivido en soledad, Armand. He conocido el dolor. Comprendo tu alma. He dejado que me sepulte la pus de mis heridas, pero ahora las estoy sanando. Te escribo ésto como un último intento para que comprendas que yo también he sufrido. Todos en ésta vida hemos sufrido. El dolor nos hace hermanos. La vida nos hace similares. Quizás no puedas comprender del todo mis palabras, como yo no puedo comprender las tuyas, pero aquí esto. Estoy aquí, de pie a tu lado, esperando que me ames como yo lo hago.


Sólo quiero amarte. No pido nada más. Sólo deseo que me dejes amarte. Ni siquiera estoy rogando que sea mutuo. Sólo quiero que me permitas estar a tu lado y contemplarte con cariño. Necesito que comprendas que yo nunca voy a juzgarte como otros lo han hecho. Permite que me quede a tu lado por siempre mientras Sybelle toca para nosotros. Por favor, mi dulce ángel pelirrojo, hazlo.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt