Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 6 de diciembre de 2015

Ante el altar

Hoy nuestro querido filósofo, mártir y humano inmortal... nos trae un viejo recuerdo. Oh, Louis... siempre lloriqueando. 

Lestat de Lioncourt 



Quedé en silencio frente a la imagen de aquel crucifijo. Aguanté la respiración centrándome en el dolor del rostro de Jesús crucificado, muerto para salvar a la humanidad, con la bondad típica en sus ojos moribundos y sus labios resecos, algo agrietados y abiertos, pidiendo clemencia a su padre. Sin duda era una talla valiosa no sólo por su antigüedad, como verdadera reliquia, sino por su belleza y grado de perfección. Sus cabellos habían sido tallados pelo a pelo, dándole un aspecto vivo y natural, y su pecho lleno de heridas, así como sus manos adoloridas, parecía rezumar sangre en cada milésima de segundo. No pude siquiera pestañear.

Las vidrieras de colores de mi alrededor, a cual más soberbia y hermosa, eran iluminadas tímidamente por los cirios que habían encendido los numerosos creyentes. El sacerdote estaba cerca del sagrario, acomodando algunas flores nuevas muy aromáticas y coloridas, mientras una mujer lloraba mientras se encomendaba a un Dios que estaba sordo, ciego y muerto para muchos. Aún no sabía si también estaba muerto para mí. Desconocía hasta que punto me había desprendido de él hasta llegarlo a ejecutar.

Me senté en uno de los bancos contemplando como las llamas de las velas, pequeñas y insinuantes, se movían suavemente con las ligeras brisas que corrían dentro del templo. Dentro de mí empezaron a bullir palabras que creí olvidadas. Empecé a rezar sacando el viejo rosario de mi hermano. Enredé mis dedos entre las cuencas, cerré mis ojos y rogué con fuerza que todo lo que había estado viviendo fuese una pesadilla, que ese último año no existiera. Pero fue en vano.

Sentí, con una fuerza atronadora, un deseo insaciable de sangre. Abrí mi boca dejando que un jadeo saliera como una daga que cortara el aire. Me incorporé y salí corriendo hacia la puerta. El demonio había estado en la casa de Dios y no había sufrido. La oveja negra había regresado a la casa del padre, pero éste no estaba. El rosario se quebró entre mis dedos al apretar mi puño y algunas lágrimas sanguinolentas, rápidas aunque apreciables, mancharon mi rostro. Un rostro que nunca cambiaría, que siempre tendría la misma expresión doliente.


No habría piedad para mí y Dios no se personaría en una causa tan perdida.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt