Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 5 de diciembre de 2015

Él

Sea como sea yo sé que Louis me ama y también que David me aprecia. Ah... éstas memorias...

Lestat de Lioncourt


—¿Por qué no le ayudaste?—preguntó de pie, en aquel balcón con esas luces parpadeantes de fondo. El hotel era de lujo, céntrico y muy agradable. La ciudad aparecía desplegándose bajo nosotros, con sus miserias y bondades, ruidosa, calurosa y llena de rincones aún ocultos para mí.

Estábamos en Brasil. No sabía porqué aquel hombre había decidido incluirme en una aventura así. David y yo no nos conocíamos demasiado. Sólo habíamos escuchado bondades y maldiciones de boca de Lestat. Él no estaba presente. Creo que había salido al hall del hotel para coquetear con la recepcionista de piel de chocolate, ojos inmensos y oscuros, para averiguar ciertos detalles escabrosos de su jefe. Nada del otro mundo.

—¿Cómo iba a hacerlo?—interrogué—. ¿Dándole La Sangre otra vez? Sabía que si lo hacía no se conformaría con ser un simple vampiro, querría ir tras ese ladrón y acabaría muerto en menos tiempo que teniendo una larga vida—me encogí de hombros y me abracé a mí mismo, para moverme por la habitación como un animal salvaje encerrado.

—Es cierto, Louis—dijo echando la cabeza hacia atrás, dejando que el viento acariciara sus cortos cabellos revueltos, para luego mirarme a los ojos.

Sentí un escalofrío terrible. Ese cuerpo joven, con esa alma anciana, me atraía como las moscas a la miel. Quería verlo de cerca, observarlo y parar mis dedos por su piel tostada. Lestat había ocupado ese cuerpo, lo había visto animado por alguien amado, y sin embargo no había muesca alguna de lo ocurrido. Era un ser distinto reconstruido con los mejores materiales.

—Además, lo amo demasiado—admití—. Sólo creía que como humano encontraría la felicidad que perdió cuando Magnus, su creador, lo convirtió a la fuerza en uno de los nuestros—. No mentía. Decía la verdad. Hablaba con el corazón en mi mano—. Pensé que volvería a ser un actor, un músico o haría cualquier cosa creativa que él deseara. Sabes que es imparable.

—Pero, ¿por qué no le dijiste ésto? Sólo...

—Sólo le dije que sabía que saldría bien librado, pero no como—dije interrumpiéndolo—. No soy estúpido, David. Yo sé que él no me necesita realmente y sólo entorpezco sus pasos.

—No es cierto, lo sabes.

Se alejó del balcón, entrando hasta la sala donde me encontraba. Con cuidado, pero sin miedo, me tomó de los brazos y me miró a los ojos. Sus manos eran las que una vez Lestat puso sobre mí, pero se sentían distintas. Quise romper a llorar, pero ya no era el tiempo ni el lugar.

—¿Cómo puedes saber lo que yo sé? ¿Cómo? ¿Acaso eres capaz de leer mi mente cerrada?—susurré con una sonrisa amarga.

—No, Louis—sonrió encantador, como siempre, para luego seguir hablando—. Puedo leer tu alma en esa mirada ligeramente triste, apagada y desesperada porque él te mire y sonría. Sólo quieres ver que sonría y que lo hace por ti, pero a veces dudas. Las dudas son terribles y las conozco muy bien...

—¿Tú has dudado alguna vez de alguien?—pregunté.

—Sí, y me arrepiento—afirmó.

—¿Puedo saber quién robó tu corazón?

Yo me estaba abriendo, pero él no lo hizo. Sólo me dejó caer que fue una mujer... David tenía su corazón vendido a una mujer, la cual conocería años después.


—Es una ladrona que a veces voy a ver sin que ella lo sepa...  

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt