Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 30 de enero de 2016

Amor eterno

Nuevamente pude oler sus lágrimas cayendo por u magnífico rostro. Siempre ha poseído el perfil de una maravillosa escultura renacentista, pero con los matices del óleo y las acuarelas más llamativas de los más rimbombantes artistas plásticos. Su denso cabello negro caía a ondas rozando sus ligeramente marcadas mejillas, aunque llevaba como siempre la frente despejada. Es pura elegancia. Jamás he conocido a un ser más llamativo que él.

Yo era el culpable de aquel llanto. Cada pequeña gota sanguinolenta que corría por sus pálidas mejillas, rozaba la comisura de sus carnosos labios y moría en su fino mentón, era obra de mi maldad. Había hecho que llorara otra vez. Me gustaba provocar sus llantos, sinceros o no, porque su belleza en esos momentos era sobrecogedora. Aún lo hago. Todavía me dejo llevar por ese impulso de provocar su llanto, avivando sus miserias y sus cínicos recuerdos.

Estaba frente a mí, con los puños cerrados y aquel magnífico traje de sastre. Había pedido que le hicieran un traje a medida. Siempre me ha gustado que mantenga su porte de niño mimado, hombre de lujos y poder, aunque en realidad es tan miserable como lo soy yo. Su vida no es pobre, pero a veces sus verdades lo son sin dudarlo.

Di dos pasos hacia él agarrándolo por su muñeca derecha, retorciendo suave y firme, su brazo. Él me miró con esas orbes, tan verdes como los verdes pastos de Holanda, y supe que era cierto que era imposible ocultar el amor en los ojos de quien ama. Me seguía amando, del mismo modo que yo lo hacía y lo hago. Si hay maldición alguna entre ambos es ese amor que no se puede corromper ni olvidar.

Tiré de su brazo hacia mí logrando que sus pies se movieran y lo abracé. Él alzó su rostro hacia mí, mirándome con esa amargura eterna de filósofo maldito, y yo decidí lamer sus lágrimas. Cada una de sus gotas las bebí pasando la punta de mi lengua. Tembló entre mis brazos, buscó mi frío calor en mi duro torso, y lo sostuve con mayor firmeza.


De esa noche hace algunos años, pero cuando estoy lejos de él recuerdo ese momento y la soledad se marchita como nunca.

Lestat de Lioncourt  

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Lestat de Lioncourt