Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 6 de enero de 2016

Lamento haberte dejado

Khayman confesó lo siguiente. Son notas que estaban donde Maharet.

Lestat de Lioncourt


—Un hombre no es grandioso por lo que posee, sino por lo que ha hecho. Yo quiero ser grandioso. Quiero ser mucho más grandioso que mi madre. Por favor, ayúdame a escapar.

Las arenas oscuras parecían más terribles. La noche bañaba todo y el silencio era estremecedor. Sus palabras hacían eco en mi corazón. La maldición estaba cayendo sobre él, como cayó sobre mí. Ese diablo que nos hizo dioses, ese ser que nos convirtió en monstruos, estaba a punto de entrar en él.

No debí ir a verlo, pero era el niño que yo sujeté entre mis brazos y que juré proteger. Enkil había aceptado que su descendencia tuviese la sangre envenenada, aunque a él no le importaba porque no era su hijo. Todos sabíamos que nunca tuvo hijos con Akasha, sino con sus amantes.

—Estoy maldito y oculto en el desierto, Seth.

Repliqué aferrado a mi dolor, a mi mala suerte. Si le ayudaba, si sólo sabían que le había ayudado a huir antes de ser un demonio, lo matarían. Deseaba abrazarlo, pero las rejas eran demasiado estrechas unas con otras.

—Eres el líder de los rebeldes.

Murmuró intentando contener sus lágrimas. Un príncipe no llora. Un príncipe es regio. Él se había criado como tal, aunque fuese lejos de Egipto, en la tierra de la cual procedía su madre.

—De los proscritos, dirás, y te volverás uno de nosotros si te escapas. Tu madre es muy poderosa.

Metí mi mano entre las rejas y acaricié su rostro. Joven, aún era joven. ¿Qué edad podía tener? Apenas diecisiete, quizás dieciocho. Era un hombre joven y condenado. Pero era alto y parecía mayor. Mi joven muchacho, al cual juré servir como a su padre y a su madre, estaba condenado.

—Es mi madre. No me matará.

Aseguró, pero ¿quién podía estar seguro? Nadie.

—Seth... dejó morir a su madre, a sus hermanas y a sus hijas.

Me alejé adentrándome en las sombras, intentando no escuchar más.

—Pero yo soy su único hijo varón.

Sentí una pena terrible, pero no quería que le quitara la vida como venganza. Si me lo llevaba sería peor.

—Si huyes, no me busques. Si huyes, hazlo lejos de mí. Si vienes conmigo estarás muerto en el próximo amanecer.


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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt