Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 10 de enero de 2016

Relaciones

Daniel ha decidido dar su opinión sobre mi relación con Louis. Si yo diera la suya con Armand sería: Chico larguirucho y borracho busca no volverse loco a manos de un psicópata.

Lestat de Lioncourt

Desde hace varias décadas conozco a Louis. Pude escuchar su tono de voz bajo, muy suave y sutil, contándome aquella historia que era terriblemente conmovedora, atractiva y llena de acción. Podía sentir la pasión en cada palabra, la conmoción de su alma en su discurso y la tristeza en su mirada. Era palpable que sufría, pero ¿sufría por todo lo que contaba o por aquello que él creía haber vivido?

Quizás se sugestionó a sí mismo diciéndose mil veces que debía creer sólo en su verdad, sin escuchar la verdad que poseía Lestat. Llamó a las puertas de mi alma e introdujo un discurso cargado de amor, pero también de rechazo y decepción. Habló de redención, de perdón, de explicación y aceptación de pecados. Él también pecó. Pecó tanto como Lestat.

Todavía puedo verlo frente a mí, de espaldas, en aquel balcón. Contemplo su figura elegante y soberbia, cargada de un aroma a muerte muy peculiar. Olía a un perfume masculino muy caro, el cual quedó opacado por el humo de mis cigarrillos. Aún puedo recordar, con perfectos detalles, como él me convenció rápidamente de ser un vampiro. Su profesión era la de un condenado a una vida impía, terrible, asesina y maravillosa sin que él lo supiera, sin que él lo hubiese comprendido desde un primer momento, y yo lo supe.

Como he dicho creo que él se mentía. Quería creer que Lestat era un villano. Sin embargo, era el antihéroe que todo el mundo busca o persigue. Tal vez los métodos, o las intenciones, de Lestat no es buscar el bien de todos, sino su propia felicidad, la codicia por un poco de afecto o halagos, pero logra, en definitiva, llegar a realizar actos imposibles. Actos que nos han conmocionado, cambiado y confundido.

Ahora sabemos más de los poderes vampíricos que hace dos cientos años. El mundo de los vampiros ha quedado expuesto, pero también ha conseguido que muchos de nosotros evolucionemos. A decir verdad, soy demasiado joven para ver esos cambios. Sin embargo, como bien saben, me muevo en un mundo de vampiros antiguos y milenarios. Puedo ver con claridad el cambio de actitud en muchos de mis compañeros, las historias que cuentan unos y otros y que nadie, salvo los más cercanos, conocemos.

Los vampiros aprenden más rápido gracias a Lestat. Ahora no hay vampiros que se sientan condenados, pues todos saben que realmente nunca han muerto o se han convertido en muerte. Ellos, nosotros, somos una nueva especie. Claro, que Louis no sabía nada de ésto cuando comenzamos a dialogar.

Hay puntos en su historia que todavía no me cuadra. Para muchos la muerte de su hermano no debió provocar tal desesperación, pero quizás es porque no comprenden que él fue quien construyó la capilla, quien impulsó esa fe, quien no detuvo a tiempo a su pequeño hermano y que, tras una fuerte discusión, lo vio tropezar y caer por las escaleras atravesando una cristalera para, finalmente entre agonía y horror, morir.

Escuchando las cintas hace unas noches, las cuales conservo con sumo cariño, he apreciado que él no era el favorito de su madre. Louis heredaría, pero quien llevaría el apellido a un estatus mayor, a ser conservado, era su madre. Quizás porque tenía veintiocho años y no había logrado casarse. Era mayor, por así decirlo, y no había logrado caer seducido ni se veía obligado a contraer matrimonio. Tal vez porque los gustos de Louis no eran hacia las mujeres, por mucho que intentara cortejar a su vecina de plantación. No. Louis cayó rendido ante Lestat porque le recordaba a su hermano, en aspecto, pero poseía una fuerza que ambos jamás tuvieron.

Poco a poco me descubrió una rabia sobrehumana hacia su creador, su maestro, su amante y compañero por toda la eternidad. El vínculo con Lestat era fuerte, aunque hubiesen pasado décadas divididos. Louis jamás dejó de amar a Lestat y perdonó todos sus fallos, como se perdona a un niño decir una pequeña mentira. Sin embargo, no fue eso lo que me transmitió la primera vez. Quizás pude ver tan sólo lástima, dolor y tragedia. Aunque con el paso de los años he logrado apreciar los matices. Tal vez, el haber escuchado la historia por voz de Lestat, en aquella biografía firmada y escrita por él palabra por palabra, ayudó. Quién sabe.


En definitiva, la pareja de moda entre los nuestros, para todo aquel lector o conocedor de nosotros los vampiros, será Lestat y Louis. Se odian, se aman, se necesitan y se rechazan. Lestat siempre hace algo imprudente para que Louis acuda a él, para que sea su conciencia, pero finalmente él no se redime y no cambia sus pasos. Los mismos pasos que acaban llevándolo a una catástrofe mayor que la anterior, pero que le hace más fuerte. Lestat aprende rápido, se sobrepone, y busca los brazos de Louis como trofeo. Él, como no, lo espera. Siempre se esperan. No olvidemos que Lestat ha salvado en varias ocasiones a Louis, y Louis, como no, ha salvado el ánimo de Lestat dándole compañía tras un fracaso o una victoria amarga. Son una pareja singular, pero apreciada. Realmente los envidio. Es difícil encontrar a alguien que sepa soportar todos tus fracasos, victorias y silencios.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt