Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 24 de febrero de 2016

Fetiche y mascota

Fetiche y mascota. 

Contemplaba al muchacho como si fuera una obra de arte. Allí arrojado sobre las sábanas revueltas de su propio lecho. Su cuerpo joven, esbelto y desnudo de ropa y vello se presentaba como el de un silfo recién arrancado del bosque. Parecía una criatura de otro mundo encerrada en una jaula de oro, satén negro y elegante mobiliario de roble. Sus muslos estaban ligeramente abiertos y sus caderas suavemente levantadas. Invitaba a ser tocado como un animal salvaje que ya ha sido torturado y amaestrado, arrebatándole su instinto pero no su belleza, para convertirse en un sutil juguete a manos de cualquiera.

Se aproximó a él con una copa de coñac en una de sus manos, la izquierda, mientras la otra se dirigía a sus labios carnosos y húmedos. Palpó sus dientes blancos y perfectos, hundió su dedo corazón e índice en aquella pequeña boca y acarició su lengua provocando que su víctima contrajera sus labios atrapándolos. Lamía aquellos dedos con cierto deseo, el mismo que mostraba en sus hermosos ojos claros.

Era una mascota para él. Un tierno muchacho al cual torturar hasta convertirlo en polvo. Podía abrir aquellas piernas y hacerlo suyo repetidas veces, mostrarlo incluso frente a un público entregado y ofrecerlo como ofrenda a todas las manos que quisieran tocarlo. Una mascota acepta lo que su amo ordena ya que esa es la virtud que ofrece la lujuria mezclada con locura, curiosidad insaciable y necesidad.

La frialdad de los ojos azules de aquel demonio era terrible, igual que la forma de tocar la piel que recubría aquella figura menuda. Tan sólo tenía diecisiete años, aunque aparentaba algunos menos. Su rostro dulce rogaba ser besado y sus mejillas sonrosadas se empapaban con sus lágrimas. Lloraba deseando ser amado, anhelando un trato que no tendría.

Los dedos salieron de su boca y se deslizaron por su torso hasta su vientre plano. Allí abajo, bajo un suave nido de vello suave, yacía una flecha que indicaba el ascenso de los infiernos hacia el cielo. Aquella mano se convirtió en el arco que tensó aún más la flecha, mostrando un ángulo aún más elevado. Sus oraciones eran cánticos blasfemos a un dios oscuro y la semilla de un placer insaciable. Pero las caricias se acabaron y aquel monstruo se apartó dejándolo allí recostado mostrando sus vergüenzas.


Él no quería destruir aún la inocencia y la virtud de aquel ser perdido en una ciudad sin nombre, en un cuarto de un frívolo demonio, porque todavía no era el momento de hacerlo caer hasta perder el alma por unos cuantos besos vacíos de cualquier entusiasmo. 

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt