Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 9 de marzo de 2016

Desastre


Otro texto sin más. Soy algo torpe, aunque no llego a este punto (o eso quiero pensar), así que lo he reflejado un poco en este texto. 

Lestat de Lioncourt 



—Si te digo la verdad es difícil no amarte o no desearte. Me muestro siempre como un estúpido ante ti porque a veces no sé cómo responder a cada una de tus preguntas. Algo en mí estalla como una bomba de racimo provocando que mis fuertes muros, esos que creía indestructibles, se conviertan en papel mojado. Creo que me he convertido en un ilusionista que simplemente intenta hacer el mejor truco, el más impactante de todos los tiempos, y acabo sacando el típico conejo de una chistera que incluso termina mordiendo su mano—estaba frente a él con las manos metidas en los bolsillos y tiritando por el frío.

Fuera estaba diluviando. Creo que era el peor día de todo el invierno y sin embargo ahí estaba. Se había dedicado a caminar bajo la intensa lluvia que lo había calado de pies a cabeza. Ni siquiera las gruesas botas de cuero habían impedido que se mojaran sus pies. Recorrió media ciudad en plena huelga de autobuses para verlo. Si eso no era amor, ¿qué era entonces? Pudo haberle enviado un mensaje de audio, un mail o simplemente insistido por alguna red social esperando que cayera en sus encantos. Pero era demasiado tradicional en ese aspecto, como en otros tantos, y había acabado caminando hasta llegar al feo edificio de color gris azulado donde él vivía.

—¿No vas a decir nada?—preguntó.

—¿Y qué quieres que diga?—dijo apoyado en la puerta—. Eres un idiota.

—¿Vengo hasta aquí para escuchar sólo eso? ¿Ni siquiera me vas a decir por qué soy un idiota?—arrugó la frente y torció el gesto. No esperaba un beso, ni un abrazo, tampoco que le correspondieran, pero al menos quería que le dijeran cara a cara que estaba cometiendo la mayor de las locuras. Aunque si no se cometían locuras por amor, ¿por qué se iban a cometer? ¿Por odio? Por odio no tenía razón de ser. Las locuras debían ser siempre por algo especial y no por algo terrible.

—Ya te he dejado clara mi postura muchas veces, pero no escuchas—susurró.

—Comprendo—dijo dando media vuelta—. Será mejor que me largue antes de seguir haciendo el idiota.

Entonces él lo tomó del rostro y lo besó. Besó esos labios carnosos que tanto deseaba. Al fin lo tenía comiendo de su mano. Tantas veces deseó hacerlo que se estaba muriendo por dentro y verlo allí, calado hasta los huesos, provocó que se conmoviera. Sí, era idiota y absurdo, pero era sin duda alguna el idiota que necesitaba en su vida para darle algo de color.



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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt