Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 8 de marzo de 2016

Esto me lo ha entregado Armand. Todavía conserva ciertas memorias de Nicolas... 


Lestat de Lioncourt


Me vi obligado a volver a ese pueblo. Odiaba tener que marcharme de París por indicaciones del abogado de Lestat. Él ni siquiera se había dignado a conversar conmigo unas pocas horas. Desde hacía meses apenas sabía de su paradero y era casi imposible poder verlo frente a frente. Había huido en mitad de la noche como un fugitivo y no había regresado. Tenía mayor relación con aquel hipócrita de buenas palabras que con quien me arrojaba a las sábanas tentándome como un demonio, hundiéndome en sus peligrosos deseos y destruyendo poco a poco mi cordura. Extrañaba sus besos y el perfume del sexo regado por las sábanas, pero no podía quejarme.

Lestat mantenía callada mi voz con un apartamento mucho más glorioso que aquella boardilla, la cual me hacía sentirme más refugiado de mis penas y amarguras, y con clases particulares de violín que sentía tan aburridas como las conversaciones de las damas de clase alta que en ocasiones iban a escucharme tocar.

Sin embargo había dado mi palabra. Tenía que regresar a Auvernia para encontrarme con ella. Debía hacer que su viaje a Italia fuese idílico. Me iba a convertir en su perro faldero, aunque Lestat creía que la protegería de todo mal en los caminos que nos llevarían a Roma y después a Venecia. Deseaba que su madre tuviese sus últimos años de gloria, aunque yo sabía que iba a morir mucho antes de llegar a su tierra natal. A veces el amor de un hijo no quiere ver la verdad que esconde el dolor en los huesos de una madre. Gabrielle podría ser soberbia y fuerte en apariencia, pero tras la coraza había un ser que se moría podrida por el dolor y la humedad.

—¿Qué hace aquí?—preguntó arrojada en la cama con un hilo de voz.

Me condujeron rápidamente hasta su alcoba. Sus hijos mayores parecían revolotear a mí alrededor al ver el caro vestuario que vestía, así como al comprobar que les ofrecía sin reparos una bolsa con una fuerte cantidad de dinero. Ellos, que nos despreciaron a su hermano menor y a mí desde el primer momento, se convirtieron en aduladores de palabras gentiles. Por mí podían irse al infierno y no regresar jamás.

—Su hijo me pidió que viniese a buscarla—respondí aproximándome a la cama.

—Váyase, maldito diablo. No quiero ir a ninguna parte. Váyase y déjeme morir en paz—dijo girándose en aquella cama húmeda por el sudor de su cuerpo. Estaba febril y débil.

—Al menos permita que la vea. Por favor, no sea terca—dije sentándome en el borde de los pies.

—Me está pidiendo que mi hijo me vea así, ¿eso me está pidiendo?—preguntó incorporándose para alcanzar a verme—. Si él quiere verme que venga aquí y me tome de la mano en mis últimos días de vida. ¡Pero no! ¡Tiene que mandar a la perra que gime en su cama con descaro e insolencia! ¡La misma perra que se sienta en mi cama y me pide que no sea terca! ¡Le haré un favor, Nicolas, y es que no le humillaré lo suficiente!—decía intentando mostrar su fuerte carácter—. ¡Váyase y no regrese! ¡Váyase con él y hágalo feliz! ¡Ni siquiera es capaz de cumplir ese único favor que le pido!

Esas palabras me hirieron. Aquella conversación fue tan dolorosa que acabé llorando amargamente. Amaba a Lestat de mil formas y él ni siquiera era capaz de darme nada a cambio. Su madre me despreciaba y sus hermanos serían capaces de cualquier cosa con tal de burlarse de mí, aunque ahora con aquellos regalos había provocado que me sonrieran de forma amable.

—¿Está llorando?—dijo sentada en la cama.

—¿Acaso importa, señora?—murmuré con la voz quebrada.

—Hábleme—susurró.

—Su hijo desapareció una noche y durante semanas esperé como cualquier mujer que aguarda a su marido de una guerra. Pensé que había podido huir, pero también que alguien pudo secuestrarlo para acabar con él. Hay mucha envidia entre actores y él empezó a destacar con rapidez—comenté incorporándome mientras me giraba con el rostro bañado en lágrimas—. Esperé una respuesta digna, pero sólo tuve cartas llenas de mentiras y dinero. Sé cuando Lestat miente, señora. Sé cuando dice una sola mentira. Él me mentía y no había motivo para ello—mis manos temblaron mientras las llevaba a mi corazón—. Él me juró mil veces amor y empecé a escuchar rumores de su boda con una rica heredera, después ese dinero sucio con el que me visto y como, luego este viaje… No es capaz de decirme la verdad y sé que la verdad es más siniestra de lo que él me cuenta…


—Iré con usted—dijo seria—. Iré con usted a París a verlo a él. Me estoy muriendo, Nicolas. No voy a poder ir a Italia ni a recorrer mundo como él desea. Voy a morir y si tengo que morir deseo saber la verdad—se incorporó y caminó encorvada por la habitación—. No se quede mirando, joven, y ayúdeme. 

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt