Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 5 de marzo de 2016

Sincera amistad

La amistad de verdad se labra con el tiempo.

Lestat de Lioncourt

El trato había finalizado con éxito. Mis camafeos se exportarían en una línea más juvenil y asequible por gran parte de Asia. Sentía que al fin se respetaba mi trabajo. Tendría que esforzarme por hacer llegar a mis orfebres los nuevos bocetos, la documentación sobre los productos que deberían conseguir para elaborarlos, junto a los listados de empresas distribuidoras donde serían transportados una vez empaquetados y etiquetados correctamente.

Nada más llegar me deshice de mi ropa y llené la bañera. Necesitaba olvidarme de todo lo que había ocurrido en aquella inmensa sala de reuniones. También deseaba alejar el frío que había calado en mis huesos con la terrible humedad de un invierno lluvioso y desapacible.

—Has logrado un acuerdo magnífico—dijo entrando en el baño.

—Manfred, estoy bañándome—susurré aún con los ojos cerrados.

El vapor del agua caliente se elevaba hacia el techo, la Ópera de Carmen bramaba en su esplendor agitando los azulejos del baño y el agua estancada en la bañera. Mis manos acariciaban el borde mientras mis piernas se movían sutilmente.

—Sólo deseaba agradecerte el haberme escuchado—comentó arrodillándose cerca del borde—. Al fin exportarás tu arte. Tienes un don y no debes ocultarlo—sus manos arrugadas, de nudillos peludos y llenas manchas por la edad asomaron aferrándose a la bañera—. Gracias.

—Tenías razón—dije abriendo los ojos dejando que lo primero que viese fuese su rostro bondadoso.

Manfred jamás había sido atractivo, pero poseía un encanto que ninguna mujer y hombre podía obviar. Se puede decir que su carisma y la locura de sus maravillosos ojos claros hablaban por sí mismo. Además, era comprensivo. Siempre había intentado comprender mi carácter explosivo debido a mis inseguridades y viejas heridas. Me mostraba como alguien firme y sereno frente a mis empleados, pero en el hogar la imagen frágil regresaba mientras Arion me sostenía y él observaba en silencio.

—Arion está feliz—soltó una carcajada y luego se sentó en el suelo, apoyando su espalda contra el borde de la bañera, mientras echaba la cabeza hacia atrás.

Apenas quedaban cabellos en su cabeza. Lo había convertido cuando ya estaba al borde de la muerte. Hice una promesa que creí que no cumpliría. Él quería riquezas, una vida cómoda y tranquila en algún lugar donde nadie le reconociese, junto a alguien que realmente le amara y soportara su humor absurdo y sus ensoñaciones. Aquel ladrón siempre tuvo buen corazón y yo decidí apostar fuerte a aquella mano. Hicimos un acuerdo para conseguir tierras para ambos. Él las administraría, tendría sus beneficios, y yo podría construirme un santuario para alejarme algunos meses al año de Nápoles y de Arion.

Jamás he querido aceptar que él me sostiene. Mi querido maestro es el pilar básico para mi cordura. Me molesta saber que soy tan frágil y por eso quería alejarme para meditar, leer y sentir el sabor de una soledad buscada. Manfred aceptó y yo firmé toda la documentación pertinente. El acuerdo constaba de un plus añadido. Si él en algún momento deseaba la vida eterna se la concedería. Sin embargo yo creí que Virginia viviría para siempre y él moriría de viejo a su lado. No fue así. Ella tenía un carácter fuerte y bondadoso, pero la vida y su salud decidieron ser frágiles y crueles.


Mi viejo amigo decidió vivir eternamente para conservar los hermosos recuerdos junto a la madre de sus hijos, así como para purgar todos sus pecados en este mundo. Y yo, claro está, acepté como acepté en su momento el estrechar su mano joven y desafiante. No me arrepiento de ello. 

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt