Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 4 de marzo de 2016

Pelea de viejos aliados

¡Pelea de milenarios! Digo... ¡Ahí va otra pelea! Landen y Rhoshmandes necesitan poner las cosas claras.

Lestat de Lioncourt


—¿Aún me detestas?—preguntó.

Estaba allí de pie contemplando el magnífico jardín interior de ese rascacielos, un edificio perdido en mitad de una de las grandes avenidas de Nueva York, que por dentro era un palacio que muy pocos podían contemplar o alcanzar siquiera sus puertas. Podía observar las maravillosas flores de invierno, las enredaderas subiendo por las columnas jónicas de mármol blanco y los elegantes arbustos que parecían esculturas mudas de un mundo antinatural.

Había decidido alejarme de todos. No quería escuchar el murmullo de su voz. Odiaba el eco de su timbre en mi cabeza y su aroma. ¡Esa maldita fragancia que siempre le acompañaba desde que le conocía! Quería alejarme y hundirme en mis propios pensamientos. No podía acceder a las bibliotecas porque había sendas reuniones y tampoco escaparme por las heladas calles de la esa gran ciudad. Fui donde creí que no le importaría a nadie, pero él decidió seguirme con esa estúpida pregunta en sus frívolos labios. 

—¿Es una pregunta retórica?—dije.

—¿Debería serlo?—contestó.

—Quizá—susurré acariciando los tiernos pétalos de aquella Camelia. ¿Cuántos meses había tenido que ser regado su arbusto para que ofreciera esa maravilla? No lo sabía. Sólo me concentraba en su belleza y aroma para no caer sobre él con miles de palabras hirientes.

—Landen, lo que ocurrió en el pasado debería hundirse en las profundidades de las arenas del tiempo—dijo dando dos pasos hacia mí.

Me sentí acorralado como un gato en un callejón. Quería huir de él, de sus grandes manos y sus profundos ojos claros. No sabía dónde ocultarme porque algo me decía que él iría a buscarme. En ese momento sí me buscaría como no lo hizo en el pasado.

—Para ti es fácil decirlo—dije.

—¡No lo es!—exclamó.

—Oh… vamos… —susurré girándome hacia él.

Mis ojos oscuros se enterraron en los suyos como dos poderosas dagas. Él pudo sentir mi dolor y eso hizo que retrocediera.

—Landen, el mundo ha dado muchas vueltas como para que tú sigas en el mismo lugar—dijo tendiéndome sus manos, abriendo sus brazos e invitándome a un contacto que no quería. No deseaba abrazarlo. Por mí se podía arrojar a las llamas del infierno si así lo creía oportuno.

—No sigo en el mismo lugar—aseguré.

—¿Y por qué sigues mirándome con odio?—me preguntó.

—¿Odio? No puedo odiar a alguien tan insignificante en mi presente.

—Pues veo rechazo en tu mirada—asumió que le rechazaba, pero no era realmente rechazo. Simplemente era dolor. Un dolor profundo de una herida que nunca lograría cerrar.

—Te admiraba—confesé—. Te admiraba profundamente y no supiste luchar por nosotros. Dejaste que te derrocara y te echara a un lado como si sólo fueras un papel mojado, un desecho más, o simple escoria. Lo hiciste.

—No es cierto—dijo con la voz quebrada.

¡Ah! ¡Claro que lo era! ¿Cuántos de nosotros caímos en manos de esa Secta? Él no hizo nada por miedo a ser atrapado por aquel monstruo llamado Santino. Temía a Santino y un enfrentamiento directo. ¿Por qué motivo? ¿Por qué? ¿Por lo ocurrido con aquel milenario en Italia? ¡Ja! Simplemente era un cobarde. Siempre huyó. Huyó cuando Akasha se reveló del mismo modo que lo hizo dejado atrás a Gregory. Siempre huía. Pero esta vez no pudo huir como pretendía porque Lestat, el poderoso Lestat de Lioncourt, le acabó atrapando y doblegando.

—Sólo luchaste por él, ¿sabes por qué? Porque sólo comprometiste una vez tu corazón olvidándote que los amigos también son familia, son parte de uno, y que nosotros te apreciábamos sin juzgar tu pasado o posible caída en desgracia. Rhoshmandes, eres el mayor cretino que jamás he conocido—aseguré.


Entonces apareció Benedict con los ojos llenos de lágrimas. Rhoshmandes siempre ha odiado que Benedict llore pero no es porque manche su rostro, sino porque no soporta saber que amado idiota sufre. El resto si sufrimos no importa. 

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt