Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 17 de abril de 2016

El tiempo lo es todo.

Gracias a todos por los comentarios (de apoyo o simplemente para dejar constancia que han leído nuestras vivencias) de estas noches. Los hemos leído todos y estamos muy agradecidos. En las últimas horas hemos tenido un aluvión de mensajes privados, mensajes en mi blog, mensajes en los diversos estados de nuestras redes sociales e incluso un mensaje en Tumblr ofreciendo apoyo o agradeciendo las diversas publicaciones que hacemos. 

Mañana os agradeceremos con algo especial y también habrá algo nuevo esta noche. Sólo os diré (o quizás es mejor decir que debo aconsejaros) que cuando hagamos preguntas respondáis porque tiene que ver con cómo van a ser las siguientes historias. Lo que vosotros queréis se hará. Si os preguntamos por nuestros creados, nuestras aventuras o qué cosas son las que más os gustan de nosotros lo veréis reflejados en memorias que nosotros seleccionaremos para que tengáis mayor peso. Tenemos muchas historias que contaros, hay cientos ya preparadas para ser emitidas y podemos hacer que salgan a la luz en cualquier momento... pero siempre es mejor que vosotros nos ayudéis a seleccionar unas u otras con vuestros comentarios. 

Por eso os puedo anunciar que pronto habrá unas memorias de Marius y Armand, de Nicolas y mías o de otros grandes inmortales que tanto os gustan. Debéis estar atentos porque las memorias pueden aparecer en cualquier día de la semana. 

También es una forma de acercarnos más, ¿no es así? Me encanta rodearme de mortales porque es agradable saber cómo nos ven y cuáles son los sentimientos que nos profesáis. 


Lestat de Lioncourt



Con el paso del tiempo me he percatado que si deseas algo necesitas conocimientos, talento y predisposición. Esto es necesario en todas las profesiones u oficios que hay en este mundo. No es necesario que sea un oficio con beneficios económicos o grandes sumas de dinero. Todos necesitamos estos tres grandes utensilios para lograr grandes sueños, pequeñas metas o simplemente alcanzar paz o un poco de felicidad.

Para conseguir ciertos conocimientos se precisa ciertos periodos de tiempo donde la experiencia te invade como un enemigo que llega a tus cosas saqueándolo todo en un principio alertando a tu cerebro y proyectando en ti ciertos miedos, los cuales terminan a veces superándote. Pero también puedes encontrar conocimientos importantes en los libros, los cuales son amigos de papel cargados de capítulos donde cubren tu alma con nuevas vendas llenas de sabiduría o consejos, aunque a veces pueden estar errados o ser simplemente un bálsamo para los terribles días de lucha constante contigo mismo, la sociedad o enemigos invisibles que siempre vigilan de algún modo. Los consejos también puedes lograrlos a través de otros gracias a su experiencia y cariño profundo hacia ti, pero la letra si no es con sangre no entra.

El talento muchos creen que viene implícito en los genes, pero si no se desarrolla este merma y termina pudriéndose. Es como un planta que ya de por si la semilla puede dar grandes frutos, pero necesita tiempo y paciencia para que el jardinero o granjero remueva y abone la tierra, la riegue, vigile a los animales como pájaros o insectos que puedan comerse el fruto. Pero el fruto no siempre es dulce. A veces no consigues llegar a tu propósito y sientes que no has dado todo de tu parte, por eso el talento sin pasión, sin esfuerzo y sin confianza no llega a buen puerto. No existe el golpe de suerte porque un artista es un profesional, pero no sólo hablamos de arte. Hay quienes tienen talento para los negocios, talento para ser un gran líder de un ejército o simplemente posee cierto olfato, por así llamarlo, para saber cuales son las necesidades de un paciente en una enfermería porque el conocimiento no lo es todo. Entonces el talento podemos decir que es amigo del conocimiento y es en parte suerte y en parte esfuerzo.

La predisposición es algo difícil en estos días donde todo parece sencillo y que se procrastinar con facilidad. El ser humano siempre se ha desviado en sus logros por multitud de causas y ahora todo es mucho más fácil. Es sencillo ver a un joven intentando estudiar sintiendo ansiedad por tocar un ordenador o videoconsola y, por supuesto, revisar los mensajes de su móvil. Pero esto no ocurre sólo con los jóvenes o con aquellos que tienen la ventaja de poseer una herramienta tan útil para el conocimiento como es Internet. Muchos se pierden en recuerdos, insectos que revolotean a su alrededor o simplemente con una ventana abierta que les recuerde que hace un día maravilloso para pasear.

Por eso cuando alguien llega con un gran trabajo y muestra talento, carisma y cierta pasión en todos los sentidos es porque ha gastado tiempo en conocer, mejorar su talento por mínimo que sea y no ha dejado que nada lo sacara de su camino. Como periodista entiendo bien a los escritores. Yo solía deambular por las noches con las manos en bolsillos, el pelo revuelto y la ropa mal colocada después de horas leyendo, escribiendo y fumando hasta dejarme los pulmones. Salía porque ya sentía que no tenía inspiración para redactar mi habitual columna diaria en un periódico pequeño, muy modesto, de la ciudad de San Francisco. Iba de bar en bar y a veces perdía el conocimiento debido a la bebida. Me embriagaba constantemente porque tenía grandes demonios a mis espaldas susurrando que iba a fracasar. El café, el tabaco y el whisky eran mis drogas habituales. Muchos escritores también se dejan la piel con esas drogas, salvo alguno que sólo son fieles a la cafeína y refrescos poco recomendables.

Muchos inmortales a lo largo de la historia han escrito su vida. Louis recurrió a mí, pero otros han tomado la máquina de escribir, el bolígrafo, el ordenador o una grabadora para narrar todo el dolor que ellos portan en sus corazones. También lo hacen los mortales. Muchos mortales se han imaginado la vida de los vampiros y cómo pensamos, sentimos o vivimos. Hay quienes se esfuerzan por crear sus propios mitos tras las sombras que dejamos los inmortales, pero otros recogen ese trabajo y lo publican como propio.

Usar el trabajo de otros para sentir el aplauso de miles puede parecer sencillo, pero es absurdo y vacío. Tarde o temprano el autor de dicha obra se aproxima a ti y te destruye igual que Khayman hizo con muchos jóvenes, pero este no sería preso de una locura sino preso de su rabia y en busca de resarcir su honor. Un autor no sólo tiene que librar batallas con aquellos que roban sus obras pues también están los editores que desean modificar sus líneas cambiando así parte de su alma. Estos casos de robo también ocurre con pintores, escultores, comerciantes y numerosos empleos que alimentan y nutren la diversidad laboral de nuestra sociedad.

En estos momentos me siento afortunado porque sé que tengo siglos para escribir, pero temo que algo despierte mi interés cada noche y me olvide de dejar algunas líneas escritas para dejar constancia de mi existencia, de mis dudas, de mis problemas y de todo lo que aún siente mi alma. Se puede decir que el tiempo lo es todo porque es el tiempo lo que hace que podamos contar historias, mejorar nuestras almas y conservar recuerdos. 


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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt