Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 28 de mayo de 2016

Condenado

Lasher escribió folios y folios. Algunos van saliendo a la luz porque han sido cedidos a Talamasca y Talamasca se los ha cedido a David Talbot.

Lestat de Lioncourt 

Mi nombre es Lasher. Recuerdo haber sido despreciado por mi madre nada más nacer. No nací humano y eso provocó el rechazo. Mi nacimiento provocó su muerte acusada de brujería. Ella era Anne Boleyn y yo era fruto de una relación fugaz con el noble de un valle de Irlanda. Mi hermana Isabel I permitió que mataran a nuestra madre para salvar su pellejo, pues ella también podía ser acusada de brujería. Yo huí con mi padre hacia su castillo donde me acogieron con una cena fastuosa donde discutieron si yo era San Ashlar. Había nacido tan sólo hacía unos días y ya poseía el cuerpo de un hombre de veinte años y la memoria de hechos que yo jamás había vivido. Era un Taltos, no un santo.

Concluyeron que debía irme del valle y estudiar con los frailes más humildes que existen. Seres en la tierra que pueden considerarse santos porque van descalzos, curan leprosos y se implican para ayudar a los más necesitados. La Orden de Frailes Menores me acogieron y me besaron en las mejillas sonrosadas, me llamaron santo y me comentaron qué era ser un fraile franciscano. Durante veinte años recorrí el mundo siendo honesto, bondadoso y humilde. Aprendí la palabra de Dios y la propagué en los corazones más pobres que no siempre son los que menos tienen.

Nunca me interesó los placeres de la carne aunque me comentaron que podía buscar alivio por mi cuenta con otros hombres o mi propia mano, pero aquellas mujeres bailando en el mercado me atraparon con sus sonrisas frescas y sus ojos profundos. Quería beber de sus cuerpos y yacer con ellas en un pecaminoso juego de besos y caricias. Aquel día comprendí que mi simiente mata. Entendí que no era un santo sino un demonio sobre la Tierra. Quise huir hacia todas las direcciones y entonces, en mi patética carrera hacia la nada, apareció un sabio de una orden llamada Talamasca.

La Talamasca era una sociedad secreta que se dedicaba a investigar fenómenos paranormales, seres diversos y misterios sin resolver. Intentó convencerme para que me marchara con él, pero decidí ir a casa. De nuevo quise ir al valle. Mi padre dijo que me necesitaba allí y yo necesitaba el afecto de mi familia. Fue mi mayor error. Sólo me querían para un ritual terrible.

Nada más llegar a la ciudad de mis orígenes nobles sentí el afecto y la curiosidad de todos. Me ofrecieron una cena opípara que consistía en los productos que únicamente consumía como la leche, quesos y cremas. Comía brindando con todos y sintiéndome uno más hasta que llegaron unas mujeres deformes que finalmente me parecieron hermosas. Tuve relaciones con ellas encima de la mesa mientras parían abominaciones como yo y esas mismas abominaciones tenían más hijos. Luego, como si fuéramos simples hormigas, nos condujeron hacia un montículo rodeado de piedras en círculo y nos metieron fuego. Ardimos como leña seca. Gritaba el nombre de mi padre, pedía ayuda, y rogaba perdón por mis pecados a Dios y a todos aquellos que habían sido ofendidos por mi nacimiento.


No sé por qué escribo esto. Quizá porque estoy perdiendo la cabeza. Pronto olvidaré quién fui y me convertiré en un hombre sin memoria. He vuelto a la vida en el seno de otra bruja después de ser el fantasma que movió hilos, cuidó y cultivó sus grandes ansias de vivir. Ellos querían poder y lujo y yo vivir nuevamente para ser amado. No soy amado. No he logrado ser amado.   

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt