Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 20 de mayo de 2016

Represión

La soledad de otras épocas... y de algunos países actualmente provoca que aquellos que aman distinto vivan con miedo.

Lestat de Lioncourt


Una vez más estoy aquí frente a mi viejo escritorio. No sé por qué he conseguido estos folios acabando al fin con la calderilla que llevaba en mis bolsillos, lo poco que me quedaba de mis correrías por París. He vuelto a casa pero no como el hijo pródigo. Mi padre me ha torturado durante días con golpes y horribles amenazas. Ya no soy el hijo que adoraba. Me he convertido ante él en un gusano que debe aplastar porque su honor está en entredicho. No importa mi felicidad, tampoco que soy lo único que le queda junto con su negocio. Para él soy escoria.

Llevo varios días pensando en acabar con mi vida, pero soy demasiado cobarde para enfrentarme al juicio de la muerte. Sé que cuando desaparezca no quedará nada de mí. Todos mis sueños, si alguna vez los tuve, se quedarán en nada. Ya no tengo ilusiones. Soy pura oscuridad en mitad de un delirio de música e insatisfacción.

Cuando me marché de este pueblo lo hice pensando que sería un hombre culto y entregado a mi deber, pero las leyes algunas leyes me parecieron absurdas y decadentes. Ser abogado no era lo que mi alma esperaba. Si tenía que ir al infierno que fuese de otro modo. Busqué por las calles algún tugurio donde dejarme llevar y encontré un violinista que cambió mi vida. Vivía atormentado, pero cuando tocaba ascendía a un paraíso que él sólo podía ver. Parecía elevarse por encima de las congeladas y sucias aceras aunque sólo brincaba, se contorsionaba y sonreía hasta que sus mejillas dolían. Dejé todo para ser como él. Busqué los mejores profesores e intenté motivarme. La oscuridad estaba ahí, pero era placentera. Ahora la oscuridad me atrapa asfixiándome y recordándome que en cualquier momento mi padre puede atraparme, amputarme las manos y jactarse de ello ante todo el pueblo.

Si soy sincero no me siento tan hundido sólo porque no encontraba mi camino profesional, si se puede llamar de alguna forma a estas decisiones, sino porque sé que hay algo en mí que Dios desaprueba y que los sacerdotes señalan desde su púlpito. He intentado cambiar, pero no he podido. Incluso me he refugiado en el amor de Dios hacia todos sus hijos, sin importarle sus pecados, pero no puedo. Simplemente no puedo. Sé que me espera la mayor de las torturas debido a mi desviación.

Me gustan los hombres. Amo el tacto de otro cuerpo, como cualquier joven de mi edad, pero debe ser masculino. Desfallezco en mitad de las revueltas camas de hombres casados que jamás confesarían tales actos a sus mujeres. Me dejo guiar por mis bajos instintos sin importar quien salga dañado. Aunque normalmente quien más se daña soy yo. Pero para colmo de mis males hay alguien que está agitando todos mis pensamientos y de quien huí en busca de la dichosa felicidad.

Cuando era sólo un niño conocí al hijo menor del marqués del pueblo. Si tengo que describirlo posiblemente diría que es uno de los típicos querubines que hay en las iglesias. Sus mejillas siempre estaban ligeramente sonrosadas y sus ojos tenían una luz que penetraba en mi corazón con fuerza. Siendo tan joven desconocía que eso podía ser atracción o amor. Sólo éramos niños. Unos niños asustados por las historias del sacerdote sobre brujas quemadas y condenación eterna. Ahora es un joven apuesto que logra cautivar a todas las mujeres del pueblo sin tener en cuenta su edad. Todas suspiran por el joven hijo del marqués. Es el mejor cazador de la zona y hoy llegó a mis oídos que logró matar ocho lobos que estaban destruyendo el miserable sustento de cazadores y ganaderos.

En unos días tengo que enfrentarme a él. Mi padre irá a por las piezas de los lobos para curtir sus pieles. Desea regalarle al muchacho una capa y un par de botas para que ambos podamos congeniar. Ni siquiera sabe que para mí eso será una tortura. Él cree que debo seguir el camino familiar si no voy a progresar como abogado. Si no estudio trabajaré y debo empezar a demostrar a otros que valgo para ello.


Me encuentro entre la espada y la pared. Siento el filo de esa hoja pegada a mi cuello. No quiero estar frente a él. Si estoy a su lado desearé que ocurra algo que es imposible. Pero esa luz que él posee, esa entrega hacia lo desconocido, hace que desee estar cerca. Me siento miserable y culpable de desear a un hombre y más cuando son de ese tipo. Es el héroe y yo soy sólo el bufón que camina por las calles soñando con poder tocar día y noche su violín. Soy horrible.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt