Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 19 de mayo de 2016

Alma


¿Las almas deben tener un género femenino o masculino? Cuando hablamos del alma ¿nos referimos también a un género? Posiblemente tenemos género porque el físico sólo es un envoltorio y quienes somos realmente es un conjunto tanto intangible como tangible. Arion ha decidido compartir esto.

Lestat de Lioncourt 






Estaba cansado de caminar solo sin esperanza de encontrar a alguien con la suficiente valía como para entregarle un bien tan preciado, pero a la vez tan peligroso y oscuro. Me crearon para servir en la eternidad como un igual. Mi viejo amo era un joven que creía que el hombre podía convertirse en un dios y ser reconocido por siempre entre el resto por el arte que creara. Era un literato que se retorcía entre sus manuscritos y me invitaba a descansar junto a su cuerpo. Siempre creyó que su mente era fuerte, pero se equivocó. Me dejó solo.

La soledad penetraba en mi piel hasta llegar a mi alma destruyéndola como si fuese una termita. Sentía que no podía levantar cabeza por mucho tiempo. No quería morir porque amaba la vida aunque tuviese que arrancarle a otros la suya junto a todos sus proyectos, sueños, anhelos y pequeñas esperanzas depositadas en un mundo que ya no existe. A mi alrededor podía sentir la libertad rozando mis rizados cabellos, mi piel tostada y mis ropas. Era como un suspiro delicioso que me impulsaba a caminar aunque estuviera pudriéndome como un tronco en mitad de un lago.

Su presencia me deslumbró nada más contemplar su figura delgada y ágil. Vi a un ser tan consumido como yo lo era y que intentaba por todos los medios sobrevivir. Se aferraba con fuerza a la vida. No lo encontré fácilmente ni en un lugar adecuado. Era un prostíbulo donde los hombres abusaban de los esclavos con impunidad. Al principio no comprendí por qué lo llamaban monstruo, pero luego vi su cuerpo desnudo en la mente de todos aquellos hombres y sentí que debía cubrirlo con el mío a modo de escudo.

Compré su libertad y sostuve su malherida figura entre mis brazos. Aparté el largo cabello oscuro de su rostro y besé sus mejillas hundidas por la mala alimentación. Era asombroso que hubiese durado tantos años en aquel lugar y en mitad del circo, pues había sido usado incluso como gladiador. No sólo tenía una apariencia andrógina sino que poseía ambos sexos, sus ojos eran los de una fiera asustada y su boca parecía herida por el silencio.

Tardó algunos días en confiar y contarme su historia, aunque yo ya la conocía. Me convertí en un santo, un dios y el ejemplo a seguir. Pero en realidad sólo era un hombre enamorado que había concedido la libertad a un espíritu que se debilitaba. Ante mí tomó la apariencia de una mujer, pero frente a los demás era un hombre firme y desafiante. Su corazón siempre ha sido bondadoso porque jamás ha podido dejar de apiadarse por otros, aunque oculta sus sentimientos en una capa de rabia aparentemente incontrolable.


No me importa cuál sería su sexo idóneo, ni que juegue con el género porque jamás se sentirá del todo cómodo en uno y ni mucho menos que sus ojos sean dagas para otros. A mí lo único que me importa es que cuando abrazo a Petronia pueda sentir que su alma es libre, que ha conseguido la paz de algún modo y que desea permanecer a mi lado aunque sea sólo por unas horas.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt