Hoy se dará visibilidad a la transexualidad e intersexualidad porque son las siglas menos escuchadas en la LGTBI como si "no existieran" o sólo estuvieran de adorno.
Como bien saben soy hombre transexual. No tengo miedo ni vergüenza de aceptarlo. Hace tiempo lo dejé claro y ahora lo vuelvo a decir con mayor fuerza. Petronia lo llevo yo y espero que acepten este texto con comprensión.
-----
¡Arion y Petronia! Me encantan.
Lestat de Lioncourt
—Soy un monstruo—afirmé.
—No. No veo un monstruo—respondió
jugando con uno de los peones que aún se encontraban sobre el
tablero. Llevaba horas con esa partida de ajedrez. Parecía
ensimismado pero en realidad estaba atento a todo lo que yo hacía o
decía.
—Desearía acabar con todo esto—dije
jugando con el collar de camafeo que llevaba alrededor de mi cuello.
Fuera la noche parecía agradable ahí
fuera, pero dentro de aquella habitación yo sentía que el mundo se
caía sobre mis hombros. Yo no era Atlas para soportar el peso sobre
la espalda de mi alma hundiéndome contra el suelo como si no
importara nada. Ni siquiera podía estar seguro de soportar el
silencio que ocasionalmente había entre ambos.
—¿Con qué?—se apartó del tablero
y se incorporó.
—Con esto—susurré con la voz
quebrada.
—¿Con nuestra relación?—preguntó
acercándose a mí. El sonido de sus pisadas eran como clamores de
serafines y querubines alrededor de Dios. ¿Yo era su Dios? No, él
era el mío. Él era mi Dios porque yo hacía tiempo que deposité mi
fe en él y jamás me había defraudado.
—No, Arion. Jamás podría
abandonarte...
Me faltaba aire y ánimos. Estaba
hundiéndome de nuevo en el lodo. Siempre salía a flote aferrándome
a la esperanza, al amor que mantenía ante aquel hombre de piel
oscura y rasgos bondadosos, porque si no lo hacía dejaría que mis
sueños se murieran cubiertos en brea.
—¿Entonces?—susurró tomándome
del rostro.
—Estoy harto de ir de un género a
otro—contesté—. Cansado de mostrar una apariencia según me
convenga. Me duele verme al espejo y observar algo que no soy. Estoy
atrapado en mitad de una línea muy frágil y siento que mi corazón
estalla de rabia y miedo.
—¿Y qué deseas hacer? ¿Acaso
piensas en destruirte?—noté como rápidamente salía de la calma
para adentrarse en unos infiernos cargados de desesperación—.
¡Petronia!
—No. Antes creía que no había
solución... —respondí aferrándome a él dejando mis temblorosas
manos sobre sus anchos hombros—. Nunca veía una salida a este
dolor—dije con la voz quebradiza y las lágrimas aflorando como si
fueran un pequeño manantial—. Si me mantuve con vida fue por ti,
pero la indignación y el dolor seguían ahí.
—¿Y qué piensas hacer? ¿Dónde
piensas llegar?—sus manos eran cálidas y suaves, a pesar de su
piel gruesa y algo rugosa, pero aún más cálida era su mirada que
parecía rogarme para que yo volviese a la calma. Se entregaba a mí
de forma absoluta y yo sólo quería desvanecerme entre sus brazos—.
Háblame—exigió en tono dulce.
—Arion han pasado muchos años desde
que nos conocemos—puse mis manos sobre las suyas y las coloqué en
mis caderas entretanto apoyaba mi frente sobre su torso—. Para ti
he sido siempre una mujer—dije tras un breve suspiro lleno de
ansiedad—. He permitido que me trataras como una arrancándome a
tiras el sufrimiento para envolverme entre tus caricias. Tú has
hecho que me sienta cómodo pese a todo, pero es un espejismo porque
no lo soy—afirmé con el corazón en la mano mientras lo rodeaba
firmemente como si fuese a caerme allí mismo—. Uso una máscara
masculina para luchar contra el mundo, aplasto el dolor con
determinación y autosuficiencia, pero tú no lo ves. No ves la
realidad. No es sólo una máscara. Esa máscara es la realidad—dije
al fin.
—Te he aceptado siempre—murmuró—.
No entendí jamás que eligieras para mí un género, ¿acaso importa
el género tanto como para amar a otra persona?—preguntó antes de
dejarme un pequeño beso en los labios.
—Arion...
—Deja que bese tu cuerpo porque sé
que el amor puede atravesar la piel y llegar al alma—sus labios
rozaron mis mejillas manchándose con mis lágrimas sanguinolentas.
Su aroma me arrancaba pedazos de dolor mientras sus manos acariciaban
mis costados. Pronto lo tuve pegado a mi cuello y a mis clavículas.
Besaba cada parte de mí como si me quisiera bendecir con su amor.
—Deseo contactar con cierto vampiro
vinculado con la cirugía y la ciencia que podría ayudarme...—dije
al fin.
Había leído las últimas andanzas de
“Príncipe Lestat” y si alguien podía ayudarme era el doctor,
científico y vampiro hindú llamado Fareed. Este cirujano había
sido convertido por el hijo biológico de Akasha hacía algunas
décadas. Era un vampiro joven pero poderoso y lleno de experiencia
en el ámbito de la medicina. Quería salvar a vampiros y solventar
sus problemas. A muchos compañeros, por llamarlos de algún modo,
les había ayudado a restaurar sus cuerpos o les devolvió la vista.
Yo quería que me convirtiera en el hombre que realmente era. Arion
debería aceptar mi verdadera identidad.
—Hazlo. ¿Por qué no
deberías?—preguntó arrodillándose para besar mi bajo vientre
rozando con su nariz mi ombligo.
—Por miedo a que me dejaras—dije
casi sin voz.
—¿Cómo podría dejar al ser que
ilumina mis noches?—susurró.
No hay comentarios:
Publicar un comentario