Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 7 de julio de 2016

Amistad

Es increíble que ellos se lleven bien y Marius se lleva mal con todos.

Lestat de Lioncourt 



Él estaba allí sentado frente al fuego. Había escuchado su nombre en varias ocasiones en mitad de soporíferas noches donde Pandora se sentía agotada y dormitaba en mitad del camino hacia nuestro destino. Ella lo llamaba con la dulzura de una madre y la entrega de una amante. Siempre me pregunté qué habría sido de aquel hombre bondadoso y leal que se había entregado en cuerpo y alma para ayudarla, comprenderla y protegerla. Me sentía en deuda con un hombre como él. Y allí estaba. Esa noche él resplandecía por la felicidad que emanaba. Nos habíamos reunido en aquel edificio neyorkino por una única razón: Las Quemas. Sin embargo, él estaba allí eufórico porque podía estrechar de nuevo a su gran amiga.

Percibí que entre ellos había un lazo sincero de hermandad y comprensión. Por unos instantes sentí celos, pero rápido maté a los demonios que danzaban en mi alma cantando salves a mi furia. La ira se calmó rápidamente como se sofoca un fuego insignificante al que le han arrojado un cubo de agua helada.

Me acerqué a él deseando presentarme, pero él se incorporó con elegancia abriendo sus brazos para rodearme como si yo también fuera un hermano suyo. Besó mis mejillas, me tomó del rostro y sonrió antes de romper en llanto amargo mientras notaba que ella lo rodeaba por la cadera con sus brazos. Éramos tres inmortales jugando a ser niños inocentes llenos de esperanza. Porque sí, teníamos esperanza pese a todo. Nada ni nadie podía arrancarnos ese sueño de profundo triunfo.

—Arjun, el compañero de aventuras de mi adorada Pandora—dijo con la voz quebrada por la emoción—. Mi nombre es Flavius. Me alegro de veros juntos porque cuando leí sus memorias sufrí muchísimo porque estuvierais separados—comentó antes de rodearla besando su frente y sus mejillas con amor familiar—. ¿Cómo estás? ¿Te quedarás con nosotros? Oh, no puedo dejar de llorar...

—Flavius eres un buen hombre. Siempre me pregunté si nos cruzaríamos para poder llamarnos hermanos pues procedemos de una misma fuente, amamos a Pandora con intensidad y ambos somos hombres que cultivamos la literatura como si fuera parte de nosotros—dije evidenciando mi acento proveniente de la India. Él colocó sus manos níveas sobre las mías y sonrió mientras hablaba.

—Podemos recitar los tres a Ovidio cuando todo esto pase. La maldad no tiene lugar en este mundo—aseguró—. Confío en la fuerza de Lestat y el poder de la unión de todos nosotros.

—¿Cómo has estado?—dijo ella sin reprimir las lágrimas pese a su fortaleza—. No debí permitir que te fueras solo...

—He vivido como un dios entre libros y buenos amigos. He tenido una vida digna. No puedo quejarme. La vida no me ha tratado mal y la eternidad de este tiempo sobre el mundo, envolviéndome en cada época, ha sido fascinante—después, como si se tratara de un tullido curado por el mesías judío, apartó a ambos y se levantó la toca comenzando a brincar—. Os presento a mi nueva pierna.

—¿Y este milagro?—preguntó ella absolutamente asombrada.

—Ah... un vampiro de la India, como mi hermano Arjun, lo logró. Se llama Fareed y ha logrado grandes milagros—susurró antes de echarse a reír abrazándonos y besándonos—. Tenemos que hablar... tenemos que hablar...


Cuanto más lo veía más contemplaba su parecido con el David de Miguel Ángel. Era asombroso. Creo que jamás he visto un cabello más rizado y dorado. Ni siquiera Lestat tiene rizos tan perfectos. Imaginé su cabeza laureada y su cuerpo envuelto en las telas más caras de todo el Imperio Romano. Deseé que fuese un patricio y no un pobre esclavo griego que lamentaba la muerte de su amo, el cual lo liberó aunque no lo aceptó, esperando pacientemente tener buena suerte pese a lo terrible que era la esclavitud.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt