Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 6 de julio de 2016

Ellos

Maharet, Mekare y Khayman eran el núcleo de nuestra sociedad y quedó destruido. No podemos dejar de recordarlos.

Lestat de Lioncourt 



Peinaba su cabello deslizando con suavidad el cepillo mientras ella permanecía mirando hacia la nada. Todas mis esperanzas se habían diluido quedando convertidas en un charco de lágrimas donde reflejar mis sueños rotos, las palabras que ella jamás volverá a decir y todo los recuerdos que aún pesan en mi alma. Pero sus largos mechones cobrizos rozaban su espalda desnuda de piel nívea como antaño.

Decidí bañarme con ella esa noche debido al calor y la debilidad de mi espíritu. Quería encontrarme frente a frente con sus ojos salvajes y su boca bondadosa. Dentro de ella no había respuesta alguna a todo el amor que yo depositaba pues no sonreía, no me abrazaba y simplemente permitía que yo la tratara como una niña que aún no sabe valerse por sí misma.

Estábamos allí en ese pequeño lago escuchando de fondo las aves nocturnas, el siseo de los reptiles, el zumbido de los insectos y los anfibios de un lado a otro brincando. Teníamos la música de la naturaleza que es la más prodigiosa de todas. Sin embargo sentí que algo no iba bien. Hacía unas noches mis alumnos habían muerto dejando atrás sólo negros montículos de grasa o ceniza. Sabía que había sido ella junto al hombre de mi vida, pero a ambos los cuidaba de no ser dañados. Comprendí que me necesitaban si bien noté que algo malo sucedía.

De entre la maleza apareció él con su característico pantalón vaquero negro, sus botas viejas y esa camisa oscura que le hacía verse aún más monstruoso. Había perdido el dorado de su piel pero ahora su marmórea figura estaba teñida de ceniza. Olía a muerte. Era un olor tan penetrante que me aferré a mi hermana mientras él avanzaba.


Cuando Khayman estuvo en mitad del lago, con el agua más allá de su elegante cinturón de cuero y tan cerca de nosotras que podía acariciar su hermoso rostro, nos abrazó llorando amargamente. Él no era un monstruo. Yo sabía que algo les impulsaba a cometer esos terribles delirios de destrucción. Yo lo sabía y lo comprendía.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt