Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 23 de agosto de 2016

Composición de amor.

Con esta carta creo que todos entendemos ahora porqué Armand le dice a Gregory que se está enamorando de Antoine.

Lestat de Lioncourt 


Nuestras vidas parecen haber sido creadas por un dios cruel. Usadas por el destino para ser ejemplo de superación y dolor. Las lágrimas que ambos hemos derramado han sido imposibles de cuantificar, pero quizá podrían convertirse en un océano de olas salvajes que azotan las inamovibles rocas de la costa y escupen, con asco, los marineros y los barcos que han zozobrado en ellas. Es como si el dolor se hubiese instalado en nuestras vidas para sonreírnos arropándonos sin miedo a ser señalado. Amados por la tragedia y lo imposible, por los sueños rotos desperdigados sobre la almohada como millares de estrellas en un firmamento cada vez más oscuro, tétrico e inalcanzable. Nosotros, los hijos de la tragedia, nos hemos convertido en dos marionetas que rompieron los hilos y decidieron al fin bailar un vals distinto.

Siempre he sido torpe para explicar mis sentimientos. Quizá sólo soy bueno componiendo sinfonías y pequeñas obras para piano o violín. Puede que únicamente sea capaz de tocar jazz a deshoras y sonreír melancólicamente cuando toco una pieza de Tchaikovsky, Mendelssohn o Berlioz. Y tú, amor mío, eres capaz de moverte con gracia por este salón de baile que suele permanecer vacío. Alzas tus brazos, los extiendes o encoges mientras tus piernas ágiles de finos tobillos y carnosos muslos se mueven con gracia. Esos ojos tuyos, que son dos piedras almendradas del color de las castañas, me enloquecen hasta tal punto que caigo rendido a tu frívolas sonrisas que ocultan tu malestar. Y las sonrisas, como la locura, germina en mí arrancándome carcajadas entretanto tú seduces a la misma noche con tu fuerza y temperamento. Tú, chiquillo hermoso congelado en el tiempo, tienes la belleza de los ángeles y el alma torturada por todos tus demonios.

Quisiera decirte mil veces te amo cerca del oído, con mis labios pegado a tu pálido cuello de gardemia en flor, mientras tú te deshaces como azucarillo en un mar oscuro y cálido con olor a café recién hecho. Tú, amor mío, ángel nocturno... ¿qué podría decirte para llamar tu atención? Sólo puedo sonreír estúpidamente dejando que mis dedos bailen sobre las teclas del piano. Desearía convertirte en violín para apoyarte en mi hombro y poder hacerte gemir de placer absolutamente enfervorecido.

Me has acogido en tu casa, abriéndome las puertas y balcones, dejando que penetrara mi música por cada rincón y se alzara junto a la de Sybelle, una mujer que es toda pureza y seducción. Has confesado tus miedos mientras te arrodillabas ante mí, besando la punta de mis dedos, sin apartar esa hermosa mirada de la mía. Yo he desnudado mi alma dejándola tiritando ante ti, sin pudor ni rubor, esperando que me aceptaras tal y como soy. Ambos nos hemos prometido tantas cosas... ¡Y aún así no soy capaz de expresar todo mi agradecimiento y amor!


No temas, ángel mío, porque yo no soy pintor de promesas vacías. Soy compositor de emociones y tú eres la emoción más extraordinaria que he llegado a sentir. 

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt