Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 24 de agosto de 2016

El sueño del ladrón

Algo que se ha encontrado de este idiota... ¡Ja! ¡Qué siga soñando en el infierno!

Lestat de Lioncourt 


El reloj marcaba más de las once de la noche cuando me disponía a dejar de buscar información en los diversos archivos. Había estado escuchando las noticias. La terrible catástrofe ocurrida en San Francisco, durante un multitudinario concierto, me había llamado poderosamente la atención. Sin duda alguna no era cosa de cualquier terrorista o loco con un poco de suerte. Rápidamente estas noticias fueron descartadas como una broma pesada, como si realmente no hubiesen sucedido.

En mis numerosos años en Talamasca había aprendido bien a discernir de una broma pesada, horrible y sin gracia, a un hecho real que se cree poder ocultar a la población. No era la primera vez que ocurría. A veces se señalaba a pobres descerebrados, gente que no sabía siquiera mantenerse en pie y no orinarse encima, como culpables de grandes masacres o las propias víctimas, destruidas por un ente paranormal o un vampiro, como posibles causantes de todo el desastre. Incluso se habla de suicidios en masa organizados por órdenes religiosas inexistentes hasta unas semanas antes. Ya no me parecía increíble que la prensa fuese tan fácil de sobornar para que la población, los pobres e inútiles borregos, caminaran tranquilos por las calles obviando que existen criaturas que pueden sesgar sus vidas con sólo chasquear los dedos.

El hecho quedó oculto. Se habló de desastre pirotécnico cuando no se pudo ocultar nada debido a los numerosos testigos. La comunidad científica comenzó a dividirse. Había quienes decían que eran vampiros o una mezcla extraña similar a los superhumanos que podían leerse en los numerosos cómic, los cuales habían alimentado siempre la idea de poder mutar el ADN humano con fines militares o simplemente médicos, otros que simplemente eran jóvenes comunes y quienes afirmaban lo contrario debían ser sometidos a diversos estudios mentales.

Por mi parte, esa misma noche, tomé todos los archivos que había logrado duplicar antes de ser expulsado de la mencionada orden. En ellos aparecía el nombre de Lestat con cierta frecuencia. Tomé el disco de vinilo que había conseguido en la tienda, así como la cinta VHS que adquirí con sus dos únicos videoclips, y pude observar con cierta estupefacción que era él. Cada rasgo y gesto que hacía eran similares a los descritos. La historia que narraba en sus canciones, sobre todo a la referente a una bella durmiente, me recordó a ciertos documentos sobre Egipto, Marius Romanus y un suceso similar en Venecia.

Quedé sorprendido y la codicia comenzó a corroerme. Creo que jamás he sentido tantos deseos de ser otra persona. Deseaba saber qué era estar en los zapatos de Lestat. Necesitaba ser amado, temido y odiado al mismo tiempo. Esa misma noche soñé con él corriendo por mitad de París al galope de un caballo negro como la propia noche. Era un suspiro terrible en mitad de una tormenta que golpeaba con furia los muros de las frágiles viviendas, elegantes construcciones y sagradas iglesias. Me vi a mí mismo siendo él al cruzar el cementerio siendo perseguido por una horda de vampiros desesperados y desquiciados con la mente llena de mentiras religiosas.


Al despertar lo supe. Él sería mi víctima. Cambiaría mi cuerpo achacoso por uno joven y lo buscaría. Sería el hombre que logró robarle la identidad, poderes, inmortalidad y dinero a un vampiro... Yo, Raglan James.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt