Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 26 de agosto de 2016

Más allá del arte

El género no debe imponerse, tampoco existe un "género" que deba tener límites. Eso es lo que Petronia ha querido decir en este texto.

Por cierto... Double Trouble tenéis un pequeño gran problema con toda la comunidad LGTBI. Ojalá os caiga la mayor multa posible. 

Lestat de Lioncourt 



Los grandes y lujosos edificios del centro bursátil de aquella gran metrópolis le saludaban como si hubiese regresado a casa. Ese bulevar era el centro neurálgico de la economía de la zona. Grandes bancos, impresionantes bufetes de abogados, joyerías de lujo, interesantes centros de compra de la moda más inusual y prestigiosa, llamativos negocios de todo tipo y restaurantes donde se podía imaginar uno a grandes y opulentos empresarios vendiendo y comprando almas. El mundo empresarial siempre había sido un océano pequeño para un pez como él.

—¿Crees que hacemos bien viniendo hasta aquí?—pregunté a su lado—. Siempre he pensado que mis joyas no son tan impresionantes...

Jamás me había sentido con dudas ante un negocio, pero era increíble lo nervioso que podía estar ante el solo hecho de ser empleado de Harry Winston. Ellos convertían diamantes en sensacionales piezas de arte. Estaba rendido a los pies de semejante paraíso de lujo, belleza y elegancia. La sofisticación de muchas de sus piezas habían hecho suspirar a hombres y mujeres de todo el mundo. Grandes estrellas del celuloide habían lucido en las alfombras rojas sus magníficos trabajos. Y ni que decir de la propia ópera o pasarelas de moda de todo el mundo. Hablar de la firma de joyas era hablar de arte.

—Esta firma de joyas ha decidido contratarte para que diseñes para ellos—respondió seguro de cada una de sus palabras— así que deja de temblar. Ni te reconozco, Petronia—dijo girándose hacia mí para tomarme del rostro con su clásica dulzura. Esos ojos oscuros, tan oscuros como las aguas nocturnas de Sugar Devil Island, se clavaron en mi alma provocando que me aferrara a sus muñecas como si fuera una tabla a la deriva y yo un pobre náufrago—. No es la primera firma que desea tus elegantes camafeos.

—No lo es, no lo es—respondí con una estúpida sonrisa—. Maldición, me estoy comportando como un maldito idiota. Me dan ganas de golpearme a mí mismo—dije antes de lanzarme a su cuello para besar esos labios carnosos envueltos en esa piel suave y tostada.

—Eres un ser perfecto que ha sufrido indecibles calamidades y eso lo refleja tu arte—dijo sosteniéndome del rostro tras aquel beso tan improvisado—. ¿Qué nombre usarás esta vez?

—Petronia—respondí.

—De acuerdo—se apartó de mí y echó a caminar. De inmediato le seguí.

Me sentía orgulloso de mí mismo. Podía usar mi rostro ambiguo, mis ropas algo masculinas, esa mirada de hombre duro y una sonrisa felina similar a la de cualquier mujer dispuesta a todo. No tenía que elegir un género ni una sexualidad. En este mundo moderno yo podía ser hombre, mujer o no ser nada. No comprenderé jamás como nos complicamos tanto la vida intentando etiquetar a cada uno como si fuéramos productos de supermercado. Los mismos productos que parecen que únicamente son aceptados si son los tradicionales o los más conocidos gracias a una publicidad masiva, como si el resto no importara.

Arion parecía satisfecho. Aquel impresionante negro de rasgos suaves y bondadosos estallaba en felicidad. Se sentía orgulloso de mi trabajo y esfuerzo, pues estaba logrando que volvieran a conocerme en este nuevo milenio. Ahora no tendría que esconderme bajo cientos de pretextos, ni llorar aferrado a la almohada. Podía ser duro en los negocios y estos no siempre eran terreno masculino. El mundo estaba cambiando, pero a trompicones. Aún existían estúpidos alfeñiques que se creían dotados de cierta supremacía por su género o sexualidad. Sin embargo, yo ya sé como combatirlos exterminándolos como si no fueran más que motas de polvo moviéndose frente a mi rostro ambiguo.

—Cuando entres ahí no olvides quién eres, qué quieres y que yo siempre estaré aquí por si me necesitas. Seré tu mano derecha, tu hombro en el que llorar, la espada que podrás usar si la tuya cae derrotada... No lo olvides, pues te amo y este amor va más allá de un género o triunfo—dijo antes de abrir la puerta del negocio.


Si he logrado grandes cosas en esta vida ha sido por el apoyo incondicional de Arion y porque he decidido luchar con la fuerza de mil titanes. Todos ellos que alguna vez se burlaron de mí ya están muertos y no lograron nada en sus vidas. Los insultos puede que les sirvieran para gozar momentáneamente de aplausos de otros ignorantes, pero estos cayeron hace tiempo hasta convertirse en silencio.  

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt