Jesse ha querido sacar a la luz estas memorias...
Lesat de Lioncourt
Durante años mantuvo la esperanza.
Pero a veces la esperanza sólo se usa para poder sobrevivir ante una
gran tragedia. Su historia estaba plagada de dolor y miseria. Me
sentía un tanto culpable por no poder ofrecerle más apoyo que mi
hombro. Pero, ¿qué iba a poder hacer una mocosa como yo? Eso era,
sin duda alguna. Ella era mi antepasada, la mujer más fuerte en la
familia durante generaciones y la maravillosa sombra que nos había
protegido. Muchos de nosotros habíamos vivido inocentes de su
bondad. Yo era una privilegiada; sobre todo porque pude ver en
persona como ella nos mantenía unidos. Siempre se presentaba con
nombres distintos, asumía una identidad nueva pensada para cada
generación; pero ahí estaba, nunca se apartaba. Si estabas en
apuros ella, la poderosa Maharet, te ayudaba a solventarlos antes que
se convirtieran en una soga y tú en un ahorcado.
Podría decirse que era la madre de
todos y pronto lo fue también de su propia hermana gemela. Era
doloroso ver como tomaba sus manos, acariciaba con suma ternura su
idéntico rostro, besaba la comisura de sus labios e intentaba
reflejarse en esos impávidos ojos azules. Ella sufría terriblemente
porque su hermana no la reconocía. Cuando aquel médico indio,
creación del hijo de la misma tirana que hizo que tanto Las Gemelas
Pelirrojas y su guardián Khayman cayeran en desgracia, apareció en
nuestras vidas sentí que la esperanza valía para algo, pero no fue
así. No era así. Pese a todo mantuvo incluso después de un
terrible diagnóstico.
Fareed y Seth, creación y creado,
aparecieron con sus elegantes e impolutas batas en la sala donde
aguarda ba ella con unos nuevos ojos que le habían otorgado la vista
para siempre, sin necesidad de matar cada noche para lograr unos que
siempre estuviesen frescos, sentí que algo no iba bien. Esa
sensación se produjo cuando Seth se arrodilló ante ella tomándola
de la mano. Había visto miedo en sus ojos cuando examinaban a
Khayman, pero ante ella lo único que pude observar fue dolor, pena y
amor. Amaba lo que había hecho y la admiraba profundamente, pero
tenía que desengañarla. Fareed procedió intentando ser lo más
profesional posible.
—Tenemos que ofrecerte información
sobre tu hermana. Ya tenemos el resultado de los diversos
estudios—anunció—. Lamento tener tan malas noticias, pero al
parecer su cerebro está atrofiado desde hace algún tiempo. Es
posible que llevase así siglos, aunque su cuerpo es autónomo
gracias a pequeñas conexiones. Puede moverse, puede cazar, puede
observar; pero ella no puede recordar, memorizar, hablar y creo que
jamás logrará salir de esta especie de coma—su voz sonó firme,
pero podía ver como se quebraba ante el llanto silencioso de
Maharet. Sólo un monstruo no lo haría. Khayman la estrechó por los
hombros y él siguió hablando—. Te he podido devolver la vista,
pero lamento no poder devolverte a tu hermana.
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