Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 26 de octubre de 2016

La verdad de un tiempo lejano

Aaron era un buen hombre. Al menos a mí me lo parece...

Lestat de Lioncourt 



Metió sus manos en los bolsillos tras depositar las flores sobre la tumba. Eran frescas, rebosantes de aromas, hermosas como lo fue en su día la mujer que descansaba al fin de sus malos días, de los lúgubres tormentos de años de destierro y soledad. Se sentía vacío, culpable y apático. No pudo hacer mucho más, pero algo en él decía que debió mover cielo y tierra. No obstante ya era suficiente con haber aparecido en el momento propicio, justo cuando la nueva era avanzaba inexorablemente.

Cerró los ojos cansados, llenos de arrugas y recuerdo, para oprimir por primera vez contra su pecho ese magnífico recuerdo. Tenía una piel nívea, muy fresca y lozana, con unos enormes ojos desesperados y una mata de pelo negro tan espeso, rizado y hermoso que cualquiera hubiese deseado olerlo. Dicen que murió aún con un aspecto magnífico, muy bella y algo delgada, como si la muerte no hubiese tocado su cuerpo y su alma jamás hubiese sido torturada.

Deseó romper a llorar, pero no era más que un conocido. Fue durante algunos días la esperanza, el ángel mensajero de una palabra nueva y diferente, pero poco más. Estaba seguro que ella se había olvidado del hombre que le entregó aquella curiosa tarjeta, con un teléfono común y corriente, y atrás, anotado en bolígrafo, su nombre. Sí, estaba seguro.

Las margaritas eran las más hermosas y silvestres, pues tenían una presencia predominante con sus hermosos pétalos blancos junto a los restantes colores malva, turquesa, rojo, amarillo o naranja. Pero, ¿podía decir lo mismo de aquella pobre mujer? ¿Ella era la más hermosa de las brujas de la familia? Estaba seguro que su hija era más fuerte, hermosa y decidida. La había visto. Era doctora, neurocirujana en realidad, y tenía capacidades sobrenaturales. Él lo había percibido nada más chocarse con ella. Y, en esos momentos, iba hacia la tumba para dejar sus condolencias de nuevo. Una madre que la amó, pese a la distancia y el tiempo, y que jamás la olvidó del todo. Él lo sabía. Deirdre amaba demasiado al fruto del incesto y el deseo, demasiado.


No sabía cómo presentarse, pero lo haría. Tenía que hablar con aquella mujer. Era posible que estuviese en inminente peligro. Aunque, ¿sabía siquiera él qué clase de peligro era? ¿Cómo enfrentarlo quizá? No. No lo sabía. Sólo estaba seguro que el ahogamiento de Michael Curry, su posterior rescate por Rowan Mayfair y todo lo que le había secuenciado, poco a poco, tenía algo que ver. El destino no existe. Siempre hay alguien que escribe el guión de nuestras vidas.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt